Un bolero emocionante – XVI edición de los Premios Pop-Eye

Pop-Eye 2022

VIERNES, 14 DE OCTUBRE

Unas serenas palabras de Fernando Pizarro, el alcalde músico de Plasencia, rodeado de obras que representaban a la gran Concha Velasco en el seno de la ExpoParty de esta edición, dieron el pistoletazo de salida al fin de semana de los Pop-Eye en la monumental ciudad extremeña. Es decir, ya podíamos ir sin demora al pub Saudara, al pie de la catedral antigua, a comenzar la fiesta de bienvenida y asistir, como novedad este año, a la entrega de tres de los premios de la decimosexta edición, que se dice pronto. En un receso del bolo de los cacereños Fonal, majísimos y entregados a la causa, Sara Núñez, directora encantadora de Atención, obras en la 2, condujo la mini ceremonia en la que se premió a Iñaki Domínguez (¡ponte la camisa!) por “Macarras ibéricos”, como mejor libro de no ficción, a Xavier Valiño por “Los 100 mejores documentales del rock” (y, por extensión, a toda su prolífica trayectoria) y a los chicos moteros de Buitres Leonados en reconocimiento a su mecenazgo. 

 

Xavier Valiño - Pop-Eye 2022

Xavier Valiño recogiendo su premio

La fiesta siguió, comimos jamón, lomo, queso, canapés, Rosa Montero bailó al ritmo de los Contours, Sara Núñez no paró de repartir sonrisas y JJ Ponce (director de “Un país para escucharlo”) y yo nos sumimos en la calle en un coloquio acerca del origen de la aceptación “cayetanos” hasta que apareció la propia Cayetana Guillén, recién llegada de no se sabe dónde, camuflada malamente bajo una gorra negra, para preguntar que quién la estaba invocando. Magia pura. 

 

 

Cuando el reggaeton se impuso en el bar, la magia se esfumó, al igual que la mayoría de nosotros, que nos fuimos para no gastar todas las balas la primera noche. 

 

SÁBADO, 15 DE OCTUBRE

Un 15 de octubre de 1966, justo 56 años atrás, “Reach Out (I’ll Be There)”, de los Four Tops, llegaba al número 1 en Estados Unidos. Lamont Dozier, su compositor, dijo en su día que quería escribir «un viaje de emociones con tensión sostenida, como un bolero«. Estaba describiendo, medio siglo antes, lo que iba a ocurrir el día de la entrega de los XVI Premios Pop-Eye. El bolero definitivo.

A la misma hora en la que Ernesto Jesús Brotons era ordenado obispo de Plasencia en la plaza de San Nicolás, con el boato que ello requiere, yo abría un botellín de Victoria junto a Carles Estrada, de Los Negativos –mi nuevo mejor amigo–, a la vez que hablábamos de Prudence Farrow, la hermanísima, la querida Prudence. Religión y rock separados por 650 metros y mil mundos. Estábamos haciendo tiempo en una terraza de la Plaza Mayor para entrar en el salón de plenos del Ayuntamiento para la recepción oficial y la presentación de los premiados. La competencia al acto era una ordenación eclesiástica y una convención de coches Volkswagen en la Plaza Mayor, así que no había nada que temer. Una vez dentro del Palacio Municipal (antigua cárcel), sede del Ayuntamiento de Plasencia, y bajo la batuta de J. Olloqui y su esmerada presentación, se sometió a los galardonados a un atraco a micro armado y tuvieron que improvisar unas palabras que, sorprendentemente, resultaron  certeras en todos ellos. No me gustaría verme en ese trance (mentira). 

 

Foto: Xavier Valiño

 

El siguiente hito en nuestro vía crucis particular nos lleva a la comida para los premiados, invitados y miembros de la organización, en el Hotel Palacio de Carvajal, cuartel general de los galardonados. Es el mejor momento en todo el fin de semana para conocer a los artistas, fuera del bullicio de las calles, y la ocasión perfecta para que uno luego pueda presumir en los bares de haberle acercado platos de jamón o caña de lomo a gente como Ana Belén o Rosa Montero

 

 

De la comida oficial siempre se vuelve uno al hotel envuelto en una nube de euforia, en parte producida por los vinos de la tierra y en parte por la emoción con tensión sostenida, como definía Lamont Dozier su “Reach Out”. Emoción por todo lo vivido hasta el momento, y tensión porque se acerca el momento del traslado de los premiados y la gala en el Teatro Alkázar.

Aproximadamente una hora antes de la gala, un Renault Caravelle gris escoltado por las Harleys de los Buitres Leonados recorre varias veces los quinientos metros que separan el Palacio de Carvajal del Teatro Alkázar entre las estrechas callejuelas del centro de Plasencia. Este año seguro que infringieron varias normas de circulación porque yo hice el mismo camino a pie y corrí serio peligro de morir aplastado por el descapotable donde viajaban Ana Barriga, Ariel Rot y JJ Ponce a la ida, y por el mismo descapotable vacío a la vuelta. Es más, si me hubieran aplastado a la ida seguro que me hubieran rematado a la vuelta. Eso es así.

 

Pop Eye - Agata Sandecor

Foto: Agata Sandecor

 

LA GALA

Con diez minutos de retraso sobre el horario previsto, comenzó la gala de los XVI Premios Pop-Eye, que pretendía ser más ágil que en ediciones anteriores. Para ello, Juanjo Iglesias, el conductor, le cedió todo el protagonismo a los premiados, que correspondieron con brevedad y concisión a su rogativa. Para no extenderme más sobre el transcurso de la gala y sobre qué premio recibía cada homenajeado, cosa que ya sabéis o se puede encontrar en cualquier sitio, os dejaré algunas píldoras sobre lo que me llamó la atención durante las dos horas escasas que duró el evento:

 

  • La revisión de “Arde París” a cargo de Hombre Tigre, tras pasarla por la máquina de neworderizar canciones, 
  • Queremos saber cómo le fue a Salva, el amigo de Rebeca Argudo que tenía una excusa muy importante para ausentarse…
  • La enérgica versión del éxito de Mia Martini, “Agapimú”, a cargo de los madrileños Niña Polaca.

 

  • La intro del speech de Javier Menéndez, citando a Woody Allen (“Mis padres se mudaron a un piso encima de una discoteca. A la semana, se estaban quejando los de la discoteca”).
  • La delicada y sobria versión de “Lía” a cargo de Eva Ryjlen.
  • La referencia a Lorca por parte de Silvia Pérez Cruz, y su aura encantadora.
  • El momento emotivo dedicado a todos los que se fueron durante el último año. Entre los aplaudidos con más intensidad estuvieron Almudena Grandes y Jesús Quintero. Ronnie Hawkins, el hombre que propició la formación de una de las mejores bandas de la historia, The Band, pasó sin pena ni gloria por la pantalla, pero yo le aplaudí con mi corazón (tenía las manos ocupadas en el móvil).

 

  • La decisión y la pasión de Manuel Liñán, dedicando su premio y animando a todos los niños que comienzan a bailar.
  • Carles Estrada, humilde y orgulloso a la vez, dedicando su premio a Alfredo Calonge, allá donde esté.
  • Todo lo que haga The Soaked Lamb está bien, y, concretamente su revisión del bolero (a ritmo de ska) “La mentira”, que ya grabó Ana Belén en 1993.
  • Rosa Montero, sabiendo disfrutar de los premios, de la ciudad, de las compañías, y citando a Georges Braque: “El arte es una herida hecha luz”. Braque vivió dos guerras mundiales, así que de heridas entendería algo.
  • Ana Belén, agradecida, elegante y humilde, ofreciendo su premio a sus maestros, entre los que citó a Miguel Narros, Julieta Serrano y, especialmente, la recientemente fallecida Berta Riaza.
Ana Belén - Pop-Eye 2022

Foto: Agata Sandecor

Con el aplauso sostenido del respetable se dio por cerrada la XVI gala de los Premios Pop-Eye, pero aún quedaba la fiesta de despedida, de nuevo en el pub Saudara. Cuando llegamos allí, los Buitres Leonados, haciendo honor a su nombre, revoloteaban ya sobre las bandejas de jamón, lomo y canapés. Claro, ellos jugaban con la ventaja de sus locos cacharros y habían llegado antes que el resto. Aún así, nos abrimos paso para poder picar algo y beber al tiempo que el local se iba llenando con la mayoría de los invitados al evento. Al cabo de un rato, nos despedimos y nos retiramos al son de “Bagdad” 

“Sentado en un bar
bebiendo más de la cuenta
una copa para ahora
y otra para el camino al hotel”

Foto: Agata Sandecor

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