Tequila, claveles y un ramito de violetas – XIV Premios Pop Eye

El sábado 9 de noviembre teníamos la opción de reflexionar sobre las ¿propuestas? de los políticos o ponderar a la gente que de verdad trabajan nuestras emociones y que luchan desde sus atalayas por hacer el mundo un lugar mejor, de la vida un tránsito mejor. Los que nos dimos cita este fin de semana en Plasencia optamos, con todo el acierto, por lo segundo. 

El viernes 8 tuvo lugar la toma de contacto con la ciudad que fundara Alfonso VIII en 1186, coqueta y monumental. El pistoletazo de salida de la XIV edición de los premios Pop Eye tuvo lugar en la bonita librería “La Puerta de Tannhaüser”. Allí nos citamos todos los replicantes para asistir, cerveza en mano los más atrevidos, a la proyección de “De un tiempo libre a esta parte”, el revelador documental en el que Beatriz Alonso Aranzábal le da la vuelta al LP de la Movida madrileña para que suene la cara B, dándole voz a grupos y protagonistas más marginales de la época.

A continuación se presentó el videoclip de los entrañables marcianos y amigos extremeños Scud Hero, “Explorers & Cosmonauts”, que se están convirtiendo ya en unos clásicos de los Pop Eye. Las autoras del videoclip: Marina Pereira y Aurora Ballano.

Para finalizar la primera jornada, y aprovechando que estábamos en una librería, se presentó el libro “Mujeres con nombre de canción”, de un servidor, en el que, acompañado de Martín León,  conocido artísticamente como Maleso, también conductor del evento, desgranamos musical y oralmente algunas de las cien canciones con nombre de mujer que pueblan sus páginas.

La fiesta de presentación posterior tuvo lugar en un local de la ciudad, Franc Centro, donde se comprobó que a los replicantes les gusta el jamón ibérico. Y más si es gratis. 

El sábado por la mañana tuvo lugar la presentación a medios en el ayuntamiento de Plasencia. La pregala, que le llamamos nosotros. Conducida con soltura y humor por J. Olloqui, sirvió para tomar contacto ya con la casi totalidad de los premiados y para preparar el cuerpo para la comida en el Hotel Palacio de Carvajal, a salvo de la lluvia que fantaseaba con arruinar el sábado.

La convivencia de los sábados es mejor momento de todo el fin de semana para poder saludar  a los premiados, conocerlos, hacerte fotos con ellos…. en definitiva, darles el coñazo. La retirada a tiempo y el descanso vespertino en el hotel suponen una victoria decisiva para afrontar al plato fuerte del fin de semana: gala y… fiesta.

La gala, participada con expectación por el pueblo placentino, comenzó pasadas las 20:30 en el Teatro Alkázar construido a finales del XIX. Si en “El cielo sobre Berlín”, de Wim Wenders, la diosa Nike, alada, es testigo desde la cima de la Columna de la Victoria de la reunión de ángeles, cuando se levantó el telón del teatro, una Roma Calderón igualmente alada iba a ser una aglutinadora de estrellas.

Roma no se construyó en un día, y los que hemos disfrutado ya de dos galas conducidas por la cabaretera renacentista, como a ella misma gusta definirse, sabemos que con cada ladrillo que pone, ya sea en el Teatro Nuevo Alcalá con “Tuppersex”, con su festival anual de cabaret o como maestra de ceremonias de la gala de los premios Pop Eye, va cimentando y agigantando su figura, que pronto será patrimonio nacional. Y si no, al tiempo. 

 

Como suele ser habitual en los premios Pop Eye, la gala discurre in crescendo hasta finalizar con la entrega del premio a toda una trayectoria, que este año recaía en Jose María Sanz, Loquillo. A modo de homenaje, los grupos musicales premiados en las diferentes categorías reinterpretan algunas de sus canciones (Sweet Barrio como talento emergente con «Rock and roll star», Chloe Bird como extremeña con «Cadillac solitario», Basanta como mejor disco de rock con «La mataré», The Twist Connection como mejor grupo portugués con «Esto no es Hawai», Dolorosa como grupo revelación y Cosmosoul como banda de música negra con «Rock suave»), lo que sumado al desparpajo de Roma, al tequila y a los claveles hace del evento todo lo contrario a un trámite.

Y lo mismo se puede decir de los discursos, de los agradecimientos de la mayoría de premiados. Personas que, como dije antes, hacen del mundo un lugar mejor porque nos van a dejar, o nos han dejado ya, un legado, un aporte imborrable y que, sin embargo, miran atrás y dan las gracias por haber podido ser portadores de esos legados. Cayetana Guillén, premiada por “Atención Obras” junto a Sara Núñez, Verónica Forqué, premio de Cinematografía, Estrella Morente, premio Duende o Diego RJ, premio al mejor programa de radio por “El Sótano”, tuvieron palabras para quienes posibilitaron que podamos disfrutarlos, o sea, para sus padres. El Quijote no necesita reivindicación alguna, pero sí es conveniente cada cierto tiempo recurrir a él, releer su enseñanza, su maestría y ver cómo le sienta su discurso al tiempo en el que vivimos: como un guante. Eso fue lo que hizo Adolfo Domínguez en su alocución tras recoger, acompañado de su familia, el premio de literatura por su soberbio “Juan Griego”, un libro cocido (o cosido, en su caso) a fuego lento durante treinta años. Un premio por desnudarse. El día anterior le había sido concedido un premio por vestir, el “Premio Nacional de Moda 2019”. Sex Museum sumaron el premio Viviendo en la Era Pop al que ya disfrutan a diario por poder vivir de lo que les gusta (y de lo que nos gusta), aunque no se hayan hecho millonarios. José Ramón Pardo, tío de los hermanos fundadores, recogió el merecidísimo premio de periodismo, tuvo un muy acertado recuerdo en pleno 9 de noviembre para Evangelina Sobredo, más conocida como Cecilia, y lo celebró con doble shot de tequila. Antonio Najarro se marchó del escenario bailando por bulerías, con su premio de danza en la mano y Ladilla Rusa recogieron el suyo (mejor canción del año por “Kitt y los coches del pasado”) riéndose de su propia sombra, como debe ser, pero reivindicando la libertad y la tolerancia.

La Fura dels Baus apelaron al trabajo y a la renovación al recoger su galardón de Artes Escénicas y Christina Rosenvinge agradeció a su editor el haber encauzado su inicial idea de hacer una recopilación de sus letras de canciones para que derivara en “Debut”, su primer libro. Otros premiados que subieron al estrado a recoger su estatuilla fueron el cineasta Isidro Ortiz, que jugaba en casa, como abanderado de la cultura extremeña, Javier Mariscal como premiado en la categoría de Artes Plásticas, Arancha Moreno, orgullosa de la locura que supone publicar cada tres meses una revista musical en papel, «Cuadernos Efe Eme», premiada como mejor publicación del año o Isabel Muñoz, quien recogió su merecido premio de fotografía acompañada de su hijo. En nombre de Enrique Urbizu y Sybilla, premiados en la categoría de serie de tv (“Gigantes”) y moda respectivamente, recogieron sus premios el director Fernando Colomo y Adolfina.

Por fin le llegó el turno al último premiado, al galardón que reconoce toda una trayectoria y que este año la correspondía a Loquillo, como ya he comentado. La verdad es que fue doblemente premiado la noche del sábado, ya que durante la gala tuvo el privilegio de que Roma Calderón, ukelele en mano, le cantara sentada en su regazo (o lo que fuere…), una auténtica melodía de seducción, el “Sea of love” de Phil Phillips, con la cual Ellen Barkin asesinaba a sus amantes en la película del mismo título.  Loquillo reivindicó la naturaleza moderna y transgresora de la Barcelona en la que se inició en el mundo de la música, del rock and roll, a la vez que tuvo palabras de sincero agradecimiento a dos figuras clave en su carrera, dos promotores: Gay Mercader y, sobre todo, Segis, la persona que le descubrió y le dio la alternativa en el Café Tabú en 1978, fallecido hace dos meses. Luego bebió su chupito de tequila, mordió su clavel y se cerró la gala de la decimocuarta edición de los premios Pop Eye.

 

Fotografías: Mercedes Haussman, Ágata Sandecor, Antonio Marín y Santiago Requero

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