Hoy 5 de diciembre, Richard Wayne Penniman, más conocido como Little Richard, llega a los 87 años. Quién lo diría, ¿verdad?, cuando lo veíamos siendo un niño jugando al trompo por las calles de Macon, Georgia. Pues sí, 87 añitos nada más y nada menos.
Para mí, junto con Chuck Berry y Bo Didley conforma la santa trinidad del rock negro. Y para la revista Rolling Stone, es el 8º artista más importante de la historia.
Y eso que, salvo su traca inicial del 55 al 57, no es que se haya lucido demasiado, ya que ha tenido varias crisis de conciencia que le han apartado del show bussiness. La primera, en 1957, cuando, tocando ante 40.000 personas en Sidney, vio sobre el cielo una gran bola de fuego y pensó que era una señal divina para dejar el mundo del espectáculo. En realidad era el Sputnik, pero la criatura ya estaba decidido. Al día siguiente tiró al mar un anillo de 8.000 dólares delante de su gente para demostrar que iba en serio. Para más inri, el avión en el que tenía previsto volver a casa, se estrelló en el Pacífico, por lo que el hombre lo tuvo más claro que el agua. Así que se puso a evangelizar, aunque ya había dado lo mejor de sí. Más tarde volvería a los escenarios, jaleado por la british invasion y por el olor del dólar, y se metió el manso, hasta que le dió otra crisis y se puso a repartir biblias.
El caso es que sigue vivo y con muy buen aspecto, y hoy cumple años, por lo cual le felicitamos efusivamente. Y a ver si viene a tocar a Jerez un día de estos.