Desde el fondo de los camerinos se escucha un fino lamento musical. «Pero amanece y me apetece estar juntos los dos». Es «Al calor del amor en un bar», que está siendo casi transformada en fado, en la voz de Mariana Lima, que la ensaya nerviosa antes de salir al escenario, leyéndose la letra en la palma de la mano. El homenaje a Jaime Urrutia comienza pasadas las 20:30 con la actuación de los portugueses The Soaked Lamb, finos orfebres del blues, del swing y del jazz.
Pero antes de todo eso hemos pasado el día en una Cáceres efervescente, llena de gente, de piedras, de bares, de actos. No en vano, la 8ª edición de los Premios Pop Eye coinciden con los actos del XXV aniversario de la declaración de Patrimonio Cultural de Cáceres (o algo así), y la ciudad no descansa. Después de ver la impecable prueba de sonido de The Pepper Pots en el Gran Teatro, coqueto recinto, nos fuimos al centro del casco histórico – salpicado de puestecillos, de bufones, de tiovivos ingeniosos, de actuaciones callejeras – para ver la rueda de prensa del festival unos, y para comer de gorra otros :D. Allí, en el Racó de Sanguino, se congregaron buena parte de los premiados frente a periodistas y curiosos que, entre pincho de tortilla y cuña de queso, husmeábamos lo que por allí se cocía. Con los mimbres que rodeaban la mesa (Ordovás, el Hortelano, Urrutia, P. Pérez Mínguez…), el cesto montado volvió a ser la movida madrileña, así que me quedé con un par de frases, de las cuales ya no me acuerdo, y me fui a la pérgola a comer arroz con costillas con Jeanette y Micky. Parecíamos amigos de toda la vida. Cucharón y paso atrás.
Casi sin darnos cuenta llegó la hora de probar sonido, así que nos fuimos al Gran Teatro donde me esperaba mi Orange del año pasado y mi técnico de sonido del año pasado, el gran Jorge. Pero los protagonistas de nuestra actuación, los hermanos Gil, de Brighton 64, llegaban tarde por problemas con el vuelo, así que la cosa iba adquiriendo tintes dramáticos. De los 40 minutos de prueba, que eran nuestro asidero vital para poder plantarnos a las 12 de la noche en el escenario con ciertas garantías para interpretar «La casa de la bomba», ya nos quedaban apenas 10 cuando se presentaron con total tranquilidad y distensión Albert y Ricky. «Bueno, ¿qué?, vamos a probar, ¿no?». No sé si me alegró más el ver su tranquilidad o el comprobar que hay gente que toca con pedales más hechos polvo que los míos (un abrazo, Albert!!). Total, que en diez minutos nos ventilamos un par de veces el clásico de 1986, cuadramos los cortes, las entradas y las salidas y a beber cerveza. Que para eso somos estrellas del rock, coño.
A las 20:00, la entrada del Gran Teatro era el foco de atención mundial. La gente agolpada a ambos lados de la calle San Antón esperaba ver pasar al famoseo. Y por allí en medio pasé yo con mi guitarra, solemne. «Eh, tú, por la otra puerta», me dijo el portero. Espero que no se enterara nadie. 😮 Llegué en ese momento a la conclusión de que el photocall de la entrada no había sido montado para mí. Pero bueno, en la adversidad me hago fuerte, y nada más llegar a los camerinos me dediqué a ahogar mi pena en cervezas y canapés. Y de nuevo Jeanette a mi lado, con el secador. Entrañable.
La gala discurrió impecable, conducida por Sinflow, con momentos impagables, y fue una exaltación de la cultura, de la música, de la literatura, de la pintura, y de la amistad también, por qué no. No voy a contar la gala entera, porque yo he venido a hablar de mi libro, pero en este punto hay que agradecer a JP, que lleva un cacho de Jerez en el corazón, todo el esfuerzo empeado para situar a los Premios Pop Eye en el nivel que pudimos disfrutar este fin de semana, y por hermanar años tras año a portugueses y españoles, cercanos geográficamente pero desconocidos musicalmente.
A lo largo de unas tres horas, pasaron por allí, física o virtualmente, Second, Hola a todo el mundo, Los Coronas y Arizona Baby, El Columpio Asesino, Jesús Ordovás, El Hortelano, Carlos del Amor, The Pepper Pots… Cuando subieron los hermanos Gil a recoger su (merecido) premio a toda una trayectoria, ya estábamos nosotros detrás del telón. Dani, Jose, Nacho y yo, The Refoundations (salvo Ingrid) ante uno de nuestros retos más bonitos, expectantes, oyendo a Ricky dirigirse al respetable con todo el arte: «Nuestra intención era enviar un video agradeciendo el premio, pero como no sabía cómo funcionaba la cámara, hemos tenido que venir hasta aquí». Los aplausos del público hicieron de fuelle para que se subiera el telón, y comenzara nuestra actuación, cegados bajo la luz de los focos y la sensación de sentirse importante. A los cinco minutos la adrenalina se había transformado en satisfacción, y lo que quedaba era ver la entrega del premio estelar de la noche, a la carrera de Jaime Urrutia quien, fiel a los cuellos de su chaqueta, agradeció la distinción utilizando un texto de «La fuerza de la costumbre», y se marcó un «Cuatro Rosas» stoniano con los portugueses The Poppers. Al final, foto de familia y se bajó el telón.
El año que viene repetiré. Es más, repetiré hasta que el portero de la puerta principal me haga una reverencia cuando me vea entrar.
Irrepetibleeeee, impagableeeee, brutaaaaal!!!!
Jeanette es la que se come el arroz…que sí,QUE DOY FE.
Joder, ahora…¿pero Jeanette no puede ser esa de la foto? ¿o si?
Magnífica crónica, amigo!
Lo de Jeanette con el secador es mortalito… Creo que no hay nada en el mundo más pop que eso.