Este tema es una versión de una canción italiana, "Piangi Con Me", que popularizaron en 1967 The Grass Roots, y tiene todos los efluvios del verano del amor. Su mensaje, totalmente hippie. Totalmente punkie. Qué cosas, ¿eh?.
Esta versión corre a cargo de los británicos Bevis Frond, que aún siguen en activo desde 1987. Carne de recopilatorios noventeros.
¿Os suenan los coros? Son copiados de un gran tema de The Drifters, "I count the tears".
Tras levantarnos en casita, mami nos tenía la mesa preparada en la planta baja. La jarrita con el zumo de naranja, el pan, las tazas para el café, para nuestro desayuno escocés. Nos sentamos, y al rato apareció ella, radiante (acabaría de solucionar algún crimen) trayendo dos enormes platos. Cuando yo vi aquello se me cayó el alma a los pies. Aparte de un huevo a la plancha, lo demás no me gustaba, ni su pinta ni su olor. Unos champiñones (que no me gustan), un bacon gelatinoso, con pinta de crudo, y una especie de hamburguesa cuyo olor me repelía… Me comí el huevo mirando de reojo a sus compañeros de plato. Hice el intento con la hamburguesa..y no pude… Lo mismo con el bacon. Yo sólo veía la sonrisa que la que mami nos había depositado el plato en la bandeja. ¿Cómo se lo iba a dejar entero? En un restaurante, vale, pero ¿en su/nuestra casa? A mi cabeza vino el sketch de Mr. Bean con el steak tartar. Por suerte, llevaba un pantalón de esos que lleva la juventú, con muchos bolsillos y cremalleras. Manos a la obra, Operación Exterminio, y cuando no había moros en la costa, fui rellenando mis bolsillos con los trozos de bacon y con la hamburguesa. Los champiñones decidí dejarlos en el plato. Tras esto, nos despedimos del marido de la señora, le pagamos y salimos denuestro primer B&B. En la primera papelera que vimos recuperé mi apariencia normal deshaciéndome de las carnes que había metido en mis bolsillos. Así que, recomendación al canto: pantalones “desenfadados”, con bolsillos y cremalleras.
Bueno, tras el incidente gastronómico, pusimos rumbo al norte, por nuestra querida A82, claro. ¿Bordeando algún lago por casualidad? ¡Pues claro! El Loch Linhe. Así, pasamos por Ballachulisch (¡dos cojones con el nombre!), Onix, y algunos pueblos más hasta parar en Fort William, la ciudad donde más llueve de Escocia (300 días al año), y el pueblo más “desarrollado” de la zona. Tiene calle comercial, bastantes bares, iglesias, farmacia, supermercados y tiene pinta de bullicio nocturno. En general no nos gustó nada. Como punto neurálgico para repostar o comprar vívieres (o mórtires si estáis muertos, jajejijoju, que me parto solo) es ideal, pero por lo demás no nos dijo mucho. Al menos nos rirvió para «repostar» música y comprar tres CD’s baratitos para el coche, porque la BBC Gaélica no está mal, pero cansa… Así, compramos Billie Holiday, una recopilación de folk patrio y uno de Astrid, grupo de los 90 procedentes de Glasgow producido por Edwyn Collins y que ha sido una agradable sorpresa, muy en la línea de Teenage Fanclub.
En Fort William llueve mucho, que te lo digo yo
El siguiente punto ineludible en el camino es Glenfinnan, donde se erige el monumento a Bonnie ‘Prince’ Charles (no confundir con el alegre cantante Bonnie ‘Prince’ Billy). Se erige justo en el sitio en el que desembarcó Charles para luchar contra los ingleses y devolverle el trono a los Estuardo (luego le darían hasta en el cielo de la boca, pero el hombre lo intentó). Monumento aparte, los alrededores son bucólicos y evocadores. Y bucólica y evocadora se dibuja la carretera a partir de aquí, rodeada de vegetación, sinuosa y llena de conos (en los almacenes de la DGT de Escocia no hay ni un cono, están TODOS colocados en las carreteras).
Este es el monumento en cuestión
Seguimos rumbo al norte pues la idea era alcanzar la Isla de Skye, para lo cual hemos de tomar un ferry en Mallaig. Tras parar en Arisaig a ver si veíamos alguna foca de género animal, sin éxito, llegamos a Mallaig con un temporal, viento, lluvia…un infierno, vaya. Entramos en el ferry (dos personillas + coche: 25 £), y en media hora estábamos desembarcando en la Isla de Skye. Allí siempre llueve, dicen. Para domir elegimos la ciudad más grandecita de la isla, Portree, a unos 40 km del punto de desembarque, pintoresco pueblo pesquero. Esta vez no fue un B&B, sino un Guest House, algo así como un hostalillo, pero más familiar. En plena plaza del pueblo, nos alojamos en Bay Viewhouse (23 £ por cabeza).
Puerto de Portree
Para cenar buscamos el sitio menos británico del pueblo, el Café Arriba. Al menos había pasta y mussaka, se acabó el cenar con bacon y el ketchup. Para tomar la última fuimos a The Islands, el típico pub escocés. Allí, desafiamos al camarero pidiéndole dos gin tonics, cogimos dos taburetes (uno para cada gin tonic) y nos sentamos entre los parroquianos, siendo testigos mudos de su charla (poniendo cara de atento, como si entendiéramos, hasta que uno me preguntó algo y me puse a mirar al techo, disimulando). Al rato llegó un señor, enchufó un violín a un Marshall, llegó otro con un acordeón más grande que él, y otro con una guitarra acústica, y empezaron a tocar amenizando la tarde-noche lluviosa. ¡Viva el folk! ¡Viva la lluvia!
Felicidades John Lennon, y me cago en la madre de Mark David Chapman. Es una de las pocas personas a las que me hubiera encantado conocer en persona, quizá a la que más (cuando era pequeño habría dado mi álbum de cromos por haber entrado en el vestuario del Real Madrid y saludar a Santillana, Stielike, Juanito…). ¿El mejor músico de todos los tiempos? Este tema se lo dedico a mi amigo Jesús, porque le encanta y se lo merece.
Ensaladilla. Un clásico en nuestra mesa, aunque provenga de Rusia.
Patatas bravas. En Madrid, las mejores.
Cazón en adobo. Lo que antaño era un recurso para alargar la vida comestible del pescado, enmascarando su sabor, es hoy un manjar, sobre todo en el sur.
Boquerones en vinagre. Tapa fresca y ligera. Cuanto más fuerte de vinagre, mejor.
Salmorejo. ¿Qué serían de los veranos andaluces sin este entrante que, convenientemente adornado (huevo, jamón…) puede dejarte saciado (pareado)?
Pulpo a la gallega. Aunque yo no soy pulpero, me gusta ver un buen plato de pulpo, y comerme los trozos más pequeños.
Pincho de tortilla. Tapa patriótica por excelencia. No conozco a nadie a quien no le guste.
Papas aliñás. Con su cebollita, con su perejil, estas son las papas que me gustan a mí. Pom pom.
Aquí empezaba lo bueno del viaje. Lo anterior era como el calentamiento de los partidos de fútbol y los 5 primeros minutos de tanteo (esos minutos en los que el Real Madrid siempre recibe un gol tonto).
La idea era ir recorriendo la parte occidental de Escocia, la más bonita. Para eso la ruta era ir subiendo por la A82, viendo y parando donde se nos antojara, hasta encontrar un sitio donde hacer noche.
La noche anterior nos quedamos en que no vimos ni un B&B. Pues bien, fue salir del hotel y encarar la A82 y empezar a ver bonitas casas con su cartelito de B&B, una detrás de otra. Nos miramos, y seguimos nuestro camino, mirando el asfalto, gris como el cielo. En este punto hago una sugerencia: no os olvidéis llevar un paquete de pipas Tijuana a Escocia. Es un placer y un lujo conducir por esas carreteras hacia los highlands comiendo pipas Tijuana (parezco Pepe Domingo castaño, pero no me llevo comisión ni nada, ome, tan sólo comparto mi experiencia).
Hay que avisar que la A82 ya no es autopista, es de doble sentido en su mayoría, y hay que tener más cuidado. A mí me resultaba especialmente complicado no meterme en el arcén izquierdo (que no hay), dada la anchura del coche (quién me mandaría a mí alquilar un monovolumen) y la inexperiencia de conducir al revés. En una de estas se me salió el coche y al dar un volantazo para volver me planté en medio del carril contrario. Menos mal que no había nadie de frente, porque hubiese sido chungo. Bueno, hecha esta advertencia, comenzamos a bordear uno de los lagos más grandes, el Loch Lomond(en la carretera veréis varios miradores con merenderos, muy bonito todo), y llegamos a Luss, donde hicimos una parada para encontrar un pueblo muy pequeñito y muy bien cuidado, encantador, al pie del lago.
El Loch Lomond desde Luss
Seguimos hacia arriba, en dirección a Tarbet, cruce de caminos. Ahí había que decidir si seguir al Oeste o hacia arriba, y optamos por lo segundo. Pegaditos al Loch Lomond, pasamos por Inveruglas, donde hay un mirador, Crianlarich, y continuamos disfrutando del paisaje hasta el emplazamiento de Glencoe, a orillas del Loch Leven. Allí hay gasolinera, supermercado… en fin, servicios. Y allí, por fin, dimos con nuestor primer B&B. Una casita preciosa (llamada Inchconnal) con su cartel de VACANCIES colgado.
Nuestro primer B&B. Pusimos el cartel de «No Hay Billetes»
Llamamos al timbre y salió una señora muy saludable, rondando los sesenta. Con la frase estudiada y nuestra mejor cara de guiris decentes:
– Hello! Have You got any room?
La señora, descalza y con su libro en la mano, nos hizo pasar a su hall, todo enmoquetado, y nos dijo que nos podía enseñar la habitación si queríamos, que el precio era de 22 L por persona. Es la primera vez que no me siento incómodo ante una persona descalza. La señora transmitía serenidad, placidez y confianza, así como inteligencia. Es más, tenía toda la pinta de resolver crímenes en sus ratos libres. Seguro que ella sabe qué pasó con Maddie. Total, que mientras la mujer volvía al salon con su libro y su cocker, nosotros nos adentrábamos en su casa a dejar nuestros bártulos. Me sentía el hijo escocés que vuelve a casa después de estudiar perito agrícola en Sevilla.
El Loch Leven visto desde Glencoe
Luego, mami nos preguntó qué tipo de desayuno queríamos para el día siguiente. Como el desayuno escocés tenía más cosas que el europeo, e iba en el precio, dijimos que el escocés (luego me lamentaría de mi avaricia, pero no adelantemos acontecimientos). Por la tarde, recorrimos el Loch Leven, lo cruzamos, vimos Kinlochleven, fotitos y tal, y por la noche a cenar a un sitio recomendado (cómo serán los no-recomendados…). Bueno, pasé el trámite comiendo una reseca pechuga de pato con ketchup por encima y zanahorias y guisantes cocidos, pero de los congelados… y sólo por 8,50 libras el plato, ome…
Cuando el mayordomo hubo salido, me acerqué a la negra ventana y, a través de los empañados cristales, contemplé las veloces nubes y la silueta de los árboles que agitaba el viento. Aun en el interior, la noche era inclemente. ¿Qué no sería, pues, en una cabaña en medio del páramo? ¿Qué pasión, qué odio puede dominar a un hombre para llevarle a ocultarse en un lugar tal y con un tiempo como ése? ¿Y qué ferviente y ansioso propósito puede tener ese hombre para no reparar en pruebas tan duras? Allí, en la cabaña del páramo parece residir el meollo del problema que tanto me inquieta. Prometo que no pasará un día más sin que haga todo lo que esté al alcance de la mano del hombre para llegar al origen del misterio.
"El sabueso de los Baskerville" – Arthur Conan Doyle
Este es un tema de su último disco, de este mismo año (downloading) "Electronic Projects For Musicians" , homenajeando a Stephen Colbert, un cómico norteamericano que yo desconocía.
Teófila pide que el aeropuerto se denomine ‘de Cádiz-Jerez’
El portavoz del Gobierno local, Casto Sánchez, ironizó ayer sobre las declaraciones realizadas por la alcaldesa de Cádiz, la popular Teófila Martínez, en las que anunció que ha solicitado al Ministerio de Fomento que el aeropuerto de Jerez pase a denominarse ‘de Jerez-Cádiz’ o de ‘Cádiz-Jerez’.
Casto Sánchez, que se tomó con buen humor la petición de la primera edil gaditana, consideró que esa solicitud es «como si nosotros aprobáramos mañana en la junta de gobierno local solicitar que el puerto de Cádiz pase a llamarse ‘de Cádiz-Jerez’ o ‘de Jerez-Cádiz’, no nos pelearíamos por qué nombre va primero«, manifestó el primer teniente de alcalde en sintonía con lo dicho por Teófila Martínez.
Siguiendo el hilo argumental de la alcaldesa gaditana, Casto Sánchez Mellado añadió que «igual que, en su opinión, los turistas alemanes que lleguen al aeropuerto de Jerez sabrían que están en la provincia de Cádiz, con la nueva denominación del puerto de Jerez-Cádiz, los turistas que llegaran en barco sabrían que Cádiz está cerca de Jerez, una ciudad famosa en todo el mundo por su vino sherry, su flamenco y sus caballos. Y así -dijo Casto Sánchez- los turistas sabrían exactamente dónde están».
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