Guía de Escocia (III)

 JUEVES 18-09-2008

 GLENCOE – PORTREE (ISLA DE SKYE)
Tras levantarnos en casita, mami nos tenía la mesa preparada en la planta baja. La jarrita con el zumo de naranja, el pan, las tazas para el café, para nuestro desayuno escocés. Nos sentamos, y al rato apareció ella, radiante (acabaría de solucionar algún crimen) trayendo dos enormes platos. Cuando yo vi aquello se me cayó el alma a los pies. Aparte de un huevo a la plancha, lo demás no me gustaba, ni su pinta ni su olor. Unos champiñones (que no me gustan), un bacon gelatinoso, con pinta de crudo, y una especie de hamburguesa cuyo olor me repelía… Me comí el huevo mirando de reojo a sus compañeros de plato. Hice el intento con la hamburguesa..y no pude… Lo mismo con el bacon. Yo sólo veía la sonrisa que la que mami nos había depositado el plato en la bandeja. ¿Cómo se lo iba a dejar entero? En un restaurante, vale, pero ¿en su/nuestra casa? A mi cabeza vino el sketch de Mr. Bean con el steak tartar. Por suerte, llevaba un pantalón de esos que lleva la juventú, con muchos bolsillos y cremalleras. Manos a la obra, Operación Exterminio, y cuando no había moros en la costa, fui rellenando mis bolsillos con los trozos de bacon y con la hamburguesa. Los champiñones decidí dejarlos en el plato. Tras esto, nos despedimos del marido de la señora, le pagamos y salimos denuestro primer B&B. En la primera papelera que vimos recuperé mi apariencia normal deshaciéndome de las carnes que había metido en mis bolsillos. Así que, recomendación al canto: pantalones “desenfadados”, con bolsillos y cremalleras.
Bueno, tras el incidente gastronómico, pusimos rumbo al norte, por nuestra querida A82, claro. ¿Bordeando algún lago por casualidad? ¡Pues claro! El Loch Linhe. Así, pasamos por Ballachulisch (¡dos cojones con el nombre!), Onix, y algunos pueblos más hasta parar en Fort William, la ciudad donde más llueve de Escocia (300 días al año), y el pueblo más “desarrollado” de la zona. Tiene calle comercial, bastantes bares, iglesias, farmacia, supermercados y tiene pinta de bullicio nocturno. En general no nos gustó nada. Como punto neurálgico para repostar o comprar vívieres (o mórtires si estáis muertos, jajejijoju, que me parto solo) es ideal, pero por lo demás no nos dijo mucho. Al menos nos rirvió para «repostar» música y comprar tres CD’s baratitos para el coche, porque la BBC Gaélica no está mal, pero cansa… Así, compramos Billie Holiday, una recopilación de folk patrio y uno de Astrid, grupo de los 90 procedentes de Glasgow producido por Edwyn Collins y que ha sido una agradable sorpresa, muy en la línea de Teenage Fanclub.

En Fort William llueve mucho, que te lo digo yo
El siguiente punto ineludible en el camino es Glenfinnan, donde se erige el monumento a Bonnie ‘Prince’ Charles (no confundir con el alegre cantante Bonnie ‘Prince’ Billy). Se erige justo en el sitio en el que desembarcó Charles para luchar contra los ingleses y devolverle el trono a los Estuardo (luego le darían hasta en el cielo de la boca, pero el hombre lo intentó). Monumento aparte, los alrededores son bucólicos y evocadores. Y bucólica y evocadora se dibuja la carretera a partir de aquí, rodeada de vegetación, sinuosa y llena de conos (en los almacenes de la DGT de Escocia no hay ni un cono, están TODOS colocados en las carreteras).

Este es el monumento en cuestión
Seguimos rumbo al norte pues la idea era alcanzar la Isla de Skye, para lo cual hemos de tomar un ferry en Mallaig. Tras parar en Arisaig a ver si veíamos alguna foca de género animal, sin éxito, llegamos a Mallaig con un temporal, viento, lluvia…un infierno, vaya. Entramos en el ferry (dos personillas + coche: 25 £), y en media hora estábamos desembarcando en la Isla de Skye. Allí siempre llueve, dicen. Para domir elegimos la ciudad más grandecita de la isla, Portree, a unos 40 km del punto de desembarque, pintoresco pueblo pesquero. Esta vez no fue un B&B, sino un Guest House, algo así como un hostalillo, pero más familiar. En plena plaza del pueblo, nos alojamos en Bay Viewhouse (23 £ por cabeza).

Puerto de Portree
Para cenar buscamos el sitio menos británico del pueblo, el Café Arriba. Al menos había pasta y mussaka, se acabó el cenar con bacon y el ketchup. Para tomar la última fuimos a The Islands, el típico pub escocés. Allí, desafiamos al camarero pidiéndole dos gin tonics, cogimos dos taburetes (uno para cada gin tonic) y nos sentamos entre los parroquianos, siendo testigos mudos de su charla (poniendo cara de atento, como si entendiéramos, hasta que uno me preguntó algo y me puse a mirar al techo, disimulando). Al rato llegó un señor, enchufó un violín a un Marshall, llegó otro con un acordeón más grande que él, y otro con una guitarra acústica, y empezaron a tocar amenizando la tarde-noche lluviosa. ¡Viva el folk! ¡Viva la lluvia!


Astrid (Glasgow) – «Modes Of Transport»

3 comentarios

  1. Fuckin’ bastards!
    A mí me requisaron un hacha, dos lanzas y una bomba de relojería en el aeropuerto. No tienen corazón.

    Ya en serio, en Glasgow no paramos, pasamos de largo. No daba tiempo a todo, pero volveremos en grupo!! Con Camela!

  2. Tenía cierto encanto Glasgow, qué no? Edimburgo una pasada monumental, pero me encantó también la mugre de Glasgow. Estuvimos tambié en el monumento en cuestión donde le compramos, en frente había una encantadora tiendesita de souvenirs, donde le compramos una espadita escosesa preciosa de juguete a Erik, que unos insensatos guardas de aduana del aeropuerto de Glasgow deicidieron que aquello no podía volar, «era peligroso una espada de juguete de plastico hueco y blando»…mu’heavy, la espada se tuvo que quedar en tierra, con el consiguiente disgustazo del probe Erik, ni sus lagrimas de 4 años los conmovieron, «Bastards» pensé por lo bajini, esto fué lo peor del viaje, lo único peor, una pena…

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