El ome y la tierra

Ayer por la tarde, al regresar de un centro comercial de volver a comprobar que en "rebajas" te sacan la ropa de hace 15 años e intentan colártela a mayor precio que el que valía en su día (sólo me faltó ver una camisa con hombreras), nos encontramos en el porche de casa una diminuta criatura tumbada boca arriba, meneándose lastimeramente.

No era una cookie (cookie es cucaracha en el Aljarafe), no. Era una cría de gorrión hispano, de la familia de las leguminosas. Pero es (mientras escribo esto aún existe) la cría de gorrión más pequeña que he visto en mi vida. Es más, creo que es el ser vivo más pequeño que he visto en mi vida (a Danny de Vito aún no me lo he cruzado). Me daba miedo cogerlo, pero tampoco podíamos dejarlo ahí al sol de Sevilla, solo. Así que lo recogimos, fui a la Farmacia a por una jeringa y una papilla infantil (creo que el farmacéutico no se creyó que era para un gorrión prematuro, y me dijo "Chico, la droga es mala, de veras…y más con este calor que hace…Más chutes no, ni cucharas impregnadas de heroína"). Total, le dejé bailando Los Calis sobre el mostrador, jaleado por los clientes, y me fui a salvar una vida.

En el video de abajo podéis ver cómo Rakel alimenta con mimo al bicho (mitad pájaro mitad alienígena) y cómo éste, en agradecimiento, le baila al son de Fatboy Slim en el minuto 1:55. Si sobrevive, arrasará en Benicassim en unos años.

Le he bautizado como Ron, en honor a  Ron Wood, líder de The Birds antes de darle el "sí, quiero" a Mick Jagger. (Os recomiendo que abráis el enlace a la canción de The Birds, sobre todo si sois mods en la intimidad).

Tom Waits en Barcelona

Tom Waits en Barcelona 2008

[Camerinos del Auditorium de Forum, Lunes 14 de julio de 2008, 22:00]

– Sr. Waits…ejem…el público empieza a silbar…se está impacientando…llevamos media hora de retraso

– ¿Media hora? ¿Qué es eso después de 35 años esperándome? ¿Qué es eso frente a las 12 horas que esperaba yo en la puerta del Troubadour para que me dejaran cantar sólo 20 minutos? ¿Sabe lo que significa acaso mi apellido? – Tom se vuelve y sigue dándole con un hueso de carnero a una tubería.

[Cinco minutos más tarde]

Tom Waits (aquí pega decir, pero no lo diré, el de Pomona), vestido de negro entero, tocado con un sombrero (ninguna sorpresa, vaya), y su compañía circense aparecen bajo la imaginaria carpa y el auditorio se viene abajo en medio de aplausos sin contención. Lo que durante años había sido una quimera para todos los allí presentes, estaba a punto de materializarse.

Siendo fiel a la coherencia que le ha caracterizado, Tom Waits sabía a lo que se enfrentaba. A miles de personas que querían ver, en dos horas, sus treinta y pico años de carrera. Es lo que tiene no haber venido nunca a España. Tom era consciente de ello, y del precio que todos habíamos pagado por verle. Y también era consciente del estatus que ha adquirido, casi de  intocable. Algo que sabe y utiliza a su antojo. Así, montó su circo en un escenario que a mí me gustó mucho y, como maestro de ceremonias del espectáculo, nos entregó al Tom Waits primitivo  y aullante (el que Kathleen Brennan contribuyó a crear, o creó, directamente) («Rain dogs», «Make it rain» esparciendo confetti dorado, «Metropolitan glide»), transformó la carpa de circo en un cabaret berlinés («Jockey Full Of Bourbon», «Lie to me»), cogió la guitarra en varias canciones («Day after tomorrow» para acabar, por ejemplo), nos llevó al Motel Tropicana y recuperó al Tom Waits del humo y el alcohol y se sentó al piano, sin humo ni alcohol (ni la voz de hace 30 años), solo, para hacer el paréntesis más folk del concierto, rematado con la increíble «Innocent when you dream», cantada a dúo con el público, totalmente entregado (aunque hubiese sido más idóneo haber hecho eso en una taberna irlandesa, no en un teatro). Totalmente entregado desde el minuto 1 de partido. A un gesto de Waits, todos tocaban/tocábamos las palmas, a otro gesto, todos callados. Solícitos. Si Tom Waits hubiese pedido un café le hubieran llovido 3000 tazas al instante. Me regaló una de sus mejores canciones para mí, «Hang down your head», y una lágrima furtiva se me escapó y cayó al suelo, convirtiéndose en confetti. Yo, que no lloraba desde que el Caramuerto me suspendió Trabajos Manuales en 6º de EGB (hoy día soy todo un experto en trabajos manuales, jojojo….bueno, no nos desviemos del tema). En el apartado de hardware, resaltar que también tocó una especie de yunque con un martillo que se accionaba con el pie (qué menos!), y que sacó las maracas al más puro estilo hechicero-yanomami-screaminjayhawkings en la salsero-vaudevilesca «Hoist That Rag», el delirio.

A medida que avanzaba el concierto-momento-histórico, el contador mental que lleva el estado de la amortización de la entrada llegó a cero, y empezó a sumar en positivo (¡¡eso es optimismo. El martillo de Waits había destrozado al fantasma del Euribor!!). Para mí llegó a cero con la canción anterior, y aún quedaba mucho concierto. Quedaba extasiarse con la destreza del guitarrista Omar Torrez (mira que era difícil no echar de menos a Marc Ribot….pero lo consiguió. Es que el puesto de trabajo guitarrista-de-Tom-Waits es uno de los mejores del mundo, junto con el que dispara el revólver en la salida de los 100 metros lisos o el que le pone nombre a los huracanes), sonreir ante la humanidad de un Tom Waits locuaz y jocoso (solamente cuando se sentó al piano, tampoco echemos las campanas al vuelo), mirar a tu lado y ver cómo la gente se echaba las manos a la cabeza («no puede ser esto que está pasando») y las parejas allí presentes se amaban más.

Por cierto, que no sólo Dylan retuerce sus creaciones. También Tom Waits se sube al carro de «estoy hasta los huevos de estribillo y ahora lo canto como me da la gana» (léase «Jockey…» o «Come On Up To The House»…por ejemplo).

De todos modos no le perdonaré que no me tocara «Time», ni «In the neighborhood» (¿canción candidata para mi funeral?), ni «Martha», ni «Telephone call from Istanmbul» ni «Old’ 55», ni…. Tampoco le perdonaré que no sacara el altavoz o que no subiera hasta la fila 3 del anfiteatro a darme la mano.

Pero, aún así, creo que volveremos a vernos.

Rock around the clock

Que me tenga yo que enterar a mi edad que "Rock around the clock" no es de Bill Haley… And The Comets… Ya podríais haberme avisado. Seguro que todos cuchicheábais a mis espaldas cuando me veíais pasar ("Mira, el carleso, ahí va, que aún se piensa que "Rock around the clock es de Bill Hayley, jajaja…criatura").

Resulta que el correcto hombre del rizo en la frente (aquí Estrellita Castro, allí Bill Haley) fue quien la popularizó dando pie a lo que todos sabemos: el "caos", el desorden moral de la sociedad norteamericana de los 50, que veía como su perfecta burbuja ética y su modo de vida empezaba a tambalearse gracias a los ritmos infernales que, sin duda, habían traído los negros. Benditos negros.

Pero, antes de que Bill Haley pasara a la historia del rock, "Rock around the clock" fue concebida en un estudio de grabación, hacia 1954, a manos de sus autores originales, Sonny Dae & His Knights .

Bob Dylan en Jerez

 Dylan vino al sitio donde yo nací, a tocarme (bastante fielmente) "Like a rolling stone", la mejor, o una de las tres mejores canciones de la historia.

Ya dijo Lou Reed que las estrellas de rock no se visten según el tiempo que haga. Aunque tampoco nadie esperaba ver a Dylan en bermudas, lógicamente. Bob se presentó a las 21: 35 en el fondo norte del Estadio Chapín (desde donde presencié el último ascenso de 2ªB a 2ª del Xerez) con un sombrero de anchísima ala gris, una chaqueta bastante intrascendente (por ser generoso), y un pantalón de chándal (vale, que no sería de chandal, pero esas rayas rojas a los lados le daban todo el aspecto). Con paso titubeante se aferró al teclado, miró a sus uniformados compinches y dió comienzo el recital interpretando con muy mal sonido "Leopard Skin Pill-Box Hat" (hay que ver que lo que uno lee en internet lo va divulgando por ahí sin ninguna documentación).

Uno espera ver a la mayor leyenda viva del Pop en un sitio abarrotado, desde lejos, en pantallas de video, bajo un montaje luminotécnico de impresión. Pero no, arrinconados en el fondo Norte, con la compañía de 5.999 criaturas más (la entrada media de un…por ejemplo…Xerez CD – Polideportivo Ejido…), a escasos metros del mito disfrutamos del concierto. Por mí mucho mejor. Cuando quiera venir a tocar al salón de mi casa le abriré las puertas y sacaré el Inistón. Y el montaje de luces, pues se lo podrían haber ahorrado casi. Con tres o cuatro linternas hubiera dado el pego también.

Pero, ¿qué más da todo eso cuando por fin reconoces "Tangled Up In Blue" (la primera que reconocí, yo soy muy malo para los puzzles)? Coño, está Dylan a 12 metros cantándome. ¿Pero es "Tangled up in blue"?¿O ha escondido al espíritu de Bob Marley con Tonny Bennet bajo el ala de su sombrero? "Reformas Zimmerman" es ajena a la crisis inmobiliaria. La primera en la frente. Pero tú no mires al público, Bob, no nos mires. Mira al guitarra de la Les Paul, que a veces parece que toca sólo correctamente y otras te pone los pelos de punta (me encantan los guitarristas así).

No puedes ver un concierto similar hoy día. Si quieres ver algo parecido tienes que ver a Bob Dylan. No hay sucedáneos, no hay imitadores que valgan. No busques más que no hay. Es Bob Dylan, en estado crudo. Sabe lo que tiene entre manos, el mayor legado musical del que nadie vivo puede presumir. Pero lo dosifica. Lo retuerce. Lo mezcla con recientes composiciones. Pero es que, además, alguna de estas, con apenas años de vida, ¡¡suenan a clásico!! Ese "Spirit on the water" sonó a gloria. Podía haber sido compuesta hace mucho, pero es del siglo XXI, de "Modern Times", cimiento del concierto.

¿Qué más da todo? Bostecé tres veces, sí, ¿qué pasa? ¿Tú no bostezas? Mis bostezos no son síntoma de aburrimiento. Vale que alguina canción se hizo un poco larga y que no estamos en la "Rolling Thunder Revue". Aún así, no le pondría ni un pero. Más cuando te saca a la hermana de "Girl Of The North Country". Una hermana que no conocía, pero con la misma letra. No sabría decir si más guapa o más fea que la original. Pero sí más alegre. Al menos tuve la sonrisa puesta mientras la oía, lo que no me ocurre cuando Johnny Cash y Bob desagarran la versión primigenia y acudo raudo al horno a meter la cabeza.

En definitivas cuentas, fue una lección de Historia. De blues, de country, de folk, de Dylan. Súmale a la mezcla la revisión (casi hipnótica) de "Masters Of War", "Highway 61", y remátala, como dije al principio, con "Like a rolling stone" (jau das it fiiil). Y aún hay quien duda de él. Y del concierto.

Al final, el jefe de obra y los peones de "Reformas Zimmerman" se mostraron humanos y nos hicieron extrañas reverencias desde el borde del escenario a modo de agradecimiento.

En el Fondo Norte de Chapín, Dylan ascendió de Primera División al Monte  Olimpo. Talibán que es uno.

Los Fabulosos Cadillacs – ‘Matador’

Esta canción me trae recuerdos de calor, de verano, de fiesta, de playa, de despreocupación, de Camping Camaleón (habiendo dicho esto último hubiera compendiado lo anterior…).

La palabra "Matador" es que entra bien siempre.

Es un grupo al que me apetece ver mucho, y tuve la oportunidad de verlos en petit comité en Jerez y no fui. Lo mismo me pasó con Mano Negra en Sevilla, y tampoco fui.

Buen fin de semana.

 

The Refoundations en Milwaukee

Para los de fuera, no penséis que nos vamos a hacer las américas, al estado de Wisconsin. Solamente vamos a desplazarnos una decena de kilómetros, al Puerto de Santa María, al Milwaukee (cerca de donde sale el vaporcito).

El concierto se enmarca dentro de una fiesta sixties, hoy viernes 11, en la cual habrá proyecciones y sesiones de DJ. Por un lado Dj Cristina Turner, de Sevilla, y por otro DJ Pollito, quien hará doblete in the night.

A las 23:00 tocaremos, un solo pase.

La entrada vale unos ecus, insignificantes seguramente…


Smith – «Baby It’s You» (¿os vais a perder nuestra recreación?)

La foto

Igual habéis visto ya esta foto en Internet. Creo que ha sido premiada.

Es una foto aérea, así que lo negro no son camellos, sino las sombras de los camellos.

Mola, ¿no?.

El futbolín

Cuántas partidas, cuántos goles, cuántas monedas de 5 duros primero, de 20 duros luego, y de euro en nuestros días, cuántos vasos estrellados en el suelo, cuántas paradas, cuántas risas, cuántos intercambios de parejas (ejem…).

Para mí es la mejor atracción de un bar, por encima del billar, los dardos, o el buitreo. Un bar con futbolín es radicalmente diferente a uno sin él. Ya sabes que detrás de la puerta de ESE bar hay ALGO, que siempre puede merecer la pena entrar. Y no sólo de un bar, sino de establecimientos dedicados  a eso (no sé si existen todavía). Especialmente grabados tengo momentos de Futbolines Paco (creo que valían dos duros las partidas, nieto mío), El Cometa, o las sesiones maratoniano-etílicas de La Comedia.

El gallego Alexandre de Finisterre fué su inventor. La historia de su invento surge a raíz de un bombardeo sobre Madrid en 1936. Alexandre queda sepultado bajo los escombros. La cojera que le quedó a consecuencia del bombardeo le impedía jugar al fútbol, por lo que decidió crear un fútbol de mesa.

Es en Cataluña donde, con ayuda de un carpintero vasco, empieza a desarrollar el primer futbolín. A principios de 1937 patenta su invento: el futbolín había había nacido oficialmente. En el primer modelo, los futbolistas eran de madera de Boj, un material que permite todo tipo de efectos y sutilezas cuando la pelota es de corcho aglomerado. Aquello fue mano de santo: La chiquillada se volcó sobre el nuevo juguete, dejó de romper cosas y hasta los niños mutilados podían participar y, a menudo, ganar.

Cuando se instaló en Guatemala en 1952 (país raro para instalarse, ¿verdad?) , Finisterre perfeccionó el futbolín hasta lograr una autentica obra de arte, con barras telescópicas de acero sueco y mesa de caoba de Santa Maria, la más fina del mundo.

¿Una partidita? ¡Sin parar, por supuesto!

Chupacabras Sound System en Freek Fest II

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Viernes 4

Paellada + Bone Machine: Me cogió viniendo de Sevilla

The Rock’n’roll Dildos: Me cogió viniendo de Sevilla (tardamos 2 horas y media, putas caravanas veraniegas), llegamos cuando la gente salía en tropel del garito recién incendiado de rock and roll. Se oyeron buenos comentarios al respecto.

El Puerto de Santa María respiraba un ambiente increíble a esas horas(22:00).

The Del Saphiros: Hasta la bola estaba, así que como no podíamos ver ni oir bien desde el fondo del Milwaukee, nos fuimos a velar armas al Barsito.

Chupacabras Sound System: Emilio y servidor al frente de la mesa (¿quiyo, este botón pa qué es?), Chupacabras como entertainer y Gordo Vila emulando a Ian Curtis. La voz atormentada, apareciendo y desapareciendo del "escenario". Todos los volúmenes a tope para recibir a "Rumble", de Link Wray. Y  a partir de ahí, el desmadre creciente. Sudor, mucho sudor, sangre también hubo, y más de una lágrima (uno casi llorando me dijo que había ido a Madrid a ver a Beasts Of Bourbon hace poco y que se había emocionado con la versión de "Psycho" que nos marcamos). Al final, nos cargamos la mesa de mezclas y recurrimos a la Telecaster y el micrófono para acabar la noche, en hermandad rockera y comunión con el público, muy participativo (¿quién no se sabe "Like a rolling stone", "I’m waiting for my man" o "Jumpin’ Jack Flash"?).

¿Repetiremos?

(Más tarde comentaré el devenir del sábado 5)


Todo tiene su fin…

La gente es tela de extraña