En el taller, como curiosidad, teníamos un zorro y una cigüeña que trajeron del campo. Al zorro, amarrado con una cadena, jamás pudimos tocarle en el tiempo que estuvo allí y una vez se escapó y lo encontraron dentro de una casa. La cigüeña fue cambiando de color, de blanco y negro a negro total, pues, como no había trapos para las manos, algunos se limpiaban en ella (en el zorro no se podía)
Martín León – «Mis memorias», Editorial Palaustre (2013)