Los ferreteros conforman un gremio entrañable.
A lo largo de mi experiencia en el trato con ferreteros simpre me he llevado gratas impresiones. Sin ir más lejos, mi primo-tio-en-verdad-no-sé-qué-me-toca Ángel, el mejor ferretero al sur de Despeñaperros, era un espectáculo atendiendo al personal (Ya puestos, un poco de publicidad: Ferretería Hermanos Peña, C/ Zaragoza, Jerez). Siempre con la sonrisa puesta y el ingenio cargado. Y, familia aparte, ya os digo que la mayoría de ferreteros con los que me he topado me han parecido gente muy competente y con sentido del humor.
En cierto modo supongo que es por lo gratificante de su trabajo. Son como enviados de Dios en la Tierra. A ellos acuden/acudimos todo tipo de personas necesitadas, en apuros, y siempre tienen esa espuma aislante, esa regleta para los cables, esa caja de cuelga-fáciles, ese perno maldito… Y, si no lo tienen, su solidaridad y corporativismo te indicará dónde puedes conseguirlo, a diferencia de otros gremios. Así, cuando has arreglado la bicicleta, has tapado y aislado ese agujero, has colgado esa lámina de Klee («¿Quién es Klee?» «¿Qué mas da? ¿No son chulos los colores?») comprada en Conforama a 46 €, tu satisfacción repercute indirectamente en el ferretero proveedor.
No es el caso del droguero que vende una botella de lejía. ¿Qué satisfacción te puede reportar vender una botella de lejía? Además, puede que esa lejía tenga como finalidad el suicidio de alguien, con lo cual, indirectamente, toda la pesadumbre caerá sobre el pobre droguero. O un charcutero, todo el día poniendo lonchas (de las de comer, ¿eh?. Hay que matizar que por aquí hay much@ vicios@…). Además, si no tiene, por ejemplo, panceta de ciervo (¿existe eso? ¿existen los ciervos todavía?), no te va a decir que vayas a tal sitio a comprarla. No. Te dirá que no le queda y seguirá cortando. (Bueno, siempre hay excepciones, no llenarme ahora el post de comentarios tipo «Pues el charcutero de mi barrio es mu salao, oye!!», o cosas por el estilo. No es mi intención herir sensibilidades)
Pues nada, si hay algún ferretero leyéndome (o algun heavy metal que se sienta identidicado con ellos, jojo…), que sepa que va por ellos el articulito de hoy.
Enlaces interesantes:
CECOFERSA: Central de compras de ferreteria (España) http://www.cecofersa.com ASEFEC: Asociación de Fabricantes Exportadores de artículos de ferretería consorciados http://www.sefes.es/asefec COINFER: Cooperativa de Ferretería (España) http://www.coinfer.es
Las ferreterías el reino de los tíos muy machotes…
La ferretería es la tienda.
En ellas podemos encontrar el ingenio humano materializado en objeto, la solución latente, la esperanza ante la desgracia.
Hermosa entrada, JC!
Yo lo que no entiendo es de que viven estas tiendas. Igual que las de componentes electrónicos, suelen estar llenas de gente que se pasa de media hora a tres cuartos pidiendo cositas muy pequeñas con conversaciones del tipo «Un racor de media pulgada… no se si valdrá,¿ tienes uno de media y un cuarto ?» el dependiente se va a rebuscar y vuelve a los cinco minutos con otra pieza diminuta «este es en latón, ¿Lo quieres de cobre?, ahora vengo..» y así hasta el infinito, y el cliente se va al final con seis piececitas envueltas en papel de periódico que le cuestan 78 pesetas en total. Al precio que está la hora de trabajo no se de que viven
Ciertamente, coincido con vosotros, el fascinante mundo de los ferreteros y sus ferreterías. Gentes amables y afables.
Desde siempre me ha gustado entrar en sus tiendas y cotillear la cantidad de cosas variopintas que llegan a vender, y que no te imaginas que tengan en sus estanterías.
En Triana creo que estaba hace ya tiempo el comercio con mejor nombre del planeta: «Ferretería Pepito». Creo que la calle Evangelista, cerca ya de Lopez de Gomara.
Pues si, los ferreteros suelen ser gente simpática. Ahora que lo dices me he puesto a recapitular y solo me vienen a la mente rostros sonrientes y agradables. Salvo una excepción, el del que estaba al lado de mi casa cuando vivía en Triana. Un ex heroinómano antipático y triste.