Palmar en El Palmar (o cómo volver a la vida)

En el artículo anterior decía que me iba a la playa, que empezaba la temporada y que el primer contacto con la misma siempre es duro. Cuán ignorante era yo a esa hora (las 12 de la mañana aprox) de lo duro que iba a ser tres horas más tarde. Durísimo.

Aquí os cuento lo más fielmente posible la película de los hechos, que pudieron ser dramáticos y por suerte ahora los puedo narrar y quedarán sólo en un tremendo susto. Si queréis ponerle banda sonora a esta emotiva lectura, la canción ideal se grabó hace más de 40 años:

Tras llegar a la playa de El Palmar a eso de las 15 horas, buscar un sitito despejado y comer, decidimos ir al agua. Las fotos de este artículo las tomé minutos antes de bañarnos y se ve una playa totalmente apetecible, con el agua perfecta. Fría, eso si, un huevo, por eso me quedé fuera mojándome virilmente las palmas de los pies mientras Rakel se adentraba a duras penas.


Invitación al baño

Tras observarla un rato chapoteando, vi que se quedaba quieta mirándome, no a mucha distancia. Oía que me decía algo, y yo le hacía señas de que se saliera, que yo no iba a entrar («Me tienen que matar», es la expresión utilizada en estos casos). Así permanecimos unos minutos, hasta que oí «¡León!», de su boca, con un tinte de desesperación que noté al momento. Algo iba mal. Me metí corriendo en el agua pensando que sería un calambre o un corte de digestión. Al llegar a su altura estaba llorando: «No puedo salir», balbuceó. Vi que era grave el asunto, pero no me alarmé demasiado, poque pensaba agarrarla y sacarla nadando, aunque nunca he sacado a nadie así del agua ni soy Johnny Weismuller precisamente (no, Eric Mousambani tampoco, ome, menos guasa…). La orilla estaba cerca, no pensaba que me fuera a pasar a mi también. Empecé a nadar empujándola a ella hacia afuera, poco a poco. Intenté hacer pie, y no podía, así que seguimos nadando, aunque no parecía que avanzáramos mucho. La segunda o tercera vez que intenté hacer pie, vi que seguía igual, miré a la orilla y estaba igual o más lejos que cuando empecé. El mundo se me vino encima, y nos miramos, aterrados. No sabía cuánto tiempo llevábamos así. Tenía que coger aire. Me di la vuelta para hacer «el muerto» y se me nubló la vista.

Ese fue el momento en que pensé que iba a morir. Que íbamos a morir. Estábamos exhaustos y no podíamos avanzar. Había poca gente en la playa, y menos aún cerca del agua. Dos chavales a lo lejos, jugando.


Las perspectivas para el rescate no eran muy halagüeñas

Yo no podía gritar (ni puedo), sólo levantaba los brazos. Rakel pedía socorro. No nos veían, no nos oían. Me puse boca arriba otra vez, tragué agua. Pensé en mi madre, y en quién y cómo reocogería nuestros cuerpos, y en los titulares del periódico (sí, no pensé en Jeff Buckley ni Johnny Burnette, a ese extremo no llego). Pensé que nadie más me vería vivo. Pero sobre todo pensé en que no me pegaba morir así. (También creo que pensé en el día, 23 de junio, feo, y no me gustaba tampco. Un día más, al menos, 24, San Juan, mi santo). Supongo que nadie piensa que le pegue morir así. Ya llegamos a una edad en la que la muerte no es aquello tan impensable como e la juventud. Pero siempre pensamos en algo rápido e indoloro. Preferiblemente, durmiendo, de viejos. Pero si no, recurrimos a lo más usual: infarto, cáncer, accidente de circulación… Pero…ahogado. ¿Así iba a ser?, pensaba mientras miraba al cielo intentando mantenerme a flote, levantando un brazo de vez en cuando para acompañar a los gritos desesperados de Rakel. Volví a mirar a los chavales, a las demás personas en la playa. Ajenas, felices, mientras nuestro mundo se iba consumiendo a escasos metros de ellos. Por fin los chavales de la orilla parecieron darse cuenta de que algo pasaba (aunque eso pasó antes, y siguieron jugando, para nuestra desesperación). Esta vez sí, oyeron el «Socorro» y actuaron. Vi a uno dirigirse hacia nosotros. Intenté conservar la calma. Rakel me suplicaba que siguiera respirando, yo a duras penas lo conseguía. Pero sabía que alguien venía.

Por fin noté el brazo de una persona (con mayúsculas) agarrándome, y mi mano a su vez agarraba la de Rakel. La miré, supe que nos salvábamos. No solté su mano en ningún momento. Finalmente noté otro brazo que tiró de mi con más fuerza, de otro héroe que acabó de salvarnos. Oí estas cuatro palabras (me sonaron a gloria): «Aquí-ya-haces-pie», y me incorporé tembloroso, nervioso, mareado, recién nacido. Caminamos hasta la orilla y nos desplomamos en el suelo, volviendo a la vida.

Dicen que lo que no te mata te hace más fuerte. Yo me siento más débil, más insignificante aún, nada frente al mundo.

En fin, que fuimos a la playa a tomar un poco el sol y volvimos más blancos aún.

Pero volvimos.

(Agradecimiento infinito a los dos héroes anónimos que nos sacaron del agua. En esos momento el ser humano vale mucho la pena. Les debemos la vida, así, como suena)

16 comentarios

  1. Quillo, me acabo de quedar a cuadros…

    A mí el mar me da mucho miedo (o «rehpeto», como cuando las viejas hablan de la muerte en el programa de Juan y Medio…), después de haber leído esto peor me lo pones pa que me bañe este año…

  2. Hace mucho tiempo que no lo leía y ahora, cuando se cumple nuestro primer aniversario, no puedo evitar verter mis lágrimas sobre el teclado reviviendo aquel fatídico día… con final feliz.

  3. Yo si te entiendo, llevo más de 30 años llendo por esa zona, más que nada los Caños, pero desde hace muchos voy a el Palmar en verano, invierno y todo el año muchos fines de semana, incluso te puedo decir que algún que otro conocido mio no tuvo en su día tanta suerte como vosotros.
    Simplemente son las corrientes, estas se distinguen desde fuera por el color del agua en esa zona concreta, son playas muy bonitas pero a la vez muy traicioneras

  4. LA OSTIA!! SI YA LO DIGO YO, COMO EN EL SOFÁ EN NINGÚN SITIO.
    AH, EL OTRO HEROE ES AMIGO MÍO Y ME HA DICHO QUE ME PUEDES DAR A MI SU PARTE DE LA RECOMPENSA.

    FUERA COÑA, ME ALEGRO ESTEIS BIEN.
    BESOS.
    KIKE

  5. QUE FUERTE !!!!.
    PARA SUERTE DE TODOS NOSOTROS, TODAVIA QUEDA MUCHAS GENTE GÜENA , QUE SALVARON A DOS INCREIBLES PERSONAS COMO SOÍS USTEDES .
    BESOS Y UN ABRAZO MUY FUERTE .ANGUS OS ESCRIBIERA CUANDO LO LEA

  6. …El chino de mi barrio…vende unos manguitos XL…que van que te cagas…..os pillo uno???….jajajajaja…..

  7. La releche¡¡¡ que miedo te puedo contar el mismo caso y en una zona muy proxima en los caños el mismo caso con nuestros amigos pepa y rafa no podian salir y les salvaron la vida y saben nadar perfectamente a escasos metros de la orilla ,hay que tener mucho cuidado cuando hay resaca y mas en esas zonas que son muy traicioneras las corrientes.
    Vienvenidos de nuevo a la vida ,te puedo asegurar que si a mi me pasa no salgo pues como que de nadar estoy bastante tieso.
    Fuera de coñas es una buena historia para componer un tema.
    Un abrazo pareja que solo ha sido un susto grande.

  8. Gracias por vuestra preocupación y apoyo a tod@s, y como dijo aquel: «Conviene reír sin esperar a ser dichoso, no sea que nos sorprenda la muerte sin haber reído.»

  9. Hola.

    Soy el que os salvó la vida. He estado pensando y creo que me merezco una compensación. Os dejo mi número de cuenta vale, a ver si meteis lo mismo que valorais vuestra vida.
    Nº Cuenta:
    2100 45 1754 000025006453

    Gracias o mejor dicho, de nada.

  10. Sé que puede parecer inexplicable. A mí cuanto más tiempo va pasando más raro me parece, y si alguien no lo ha vivido entiendo que os parezca raro. Pero os aseguro que lo que cuento fue así, o peor. No fue nada físico, sólo imposibilidad de superar la resaca del mar o alguna corriente en la zona. Nacho, nadar sabemos, rakel mejor que yo incluso, y yo puedo aguantar nadando, no sé, 20 minutos al menos, digo yo. Pero en ese momento eso ya no cuenta. Si el pánico te atenaza no tienes nada que hacer. Si yo entro en esa zona sabiendo lo que pasa, como ahora todos vosotros, seguro que salgo nadando de allí. Pero verte de repente en la situación es muy diferente, sin comerlo ni beberlo y sin nadie alrededor.
    Gracias por los ánimos.
    Espero no cogerle miedo al agua. Aunque peor sería cogerle miedo al chiringuito…eso sí…
    😀

  11. Joé, quiyo, qué angustia. Pensaba que os ahogabais. Y eso que veía que si te estaba leyendo es que ya te habías salvado. Pero ¿qué pasó?¿por qué no podíais salir?
    En fin, de cuarenta para arriba no te mojes la barriga.

  12. Carlos cómo me alegro que saliérais a flote. ¿Qué os pasó, os pilló una corriente, un calambre, no sabéis nadar…?
    En fin, vaya susto, desde luego cuando uno cree que se va ve las cosas de otra forma después. Bienvenidos de nuevo al mundo.

  13. Otia, pues fijate que yo estaba el sabado en El Palmar, que miedo pasariais ojú que angustia!! Aqui estais de nuevo, gracias a esas dos personas, siempre hay que confiar en el ser humano!

  14. Joder Carlitos…..que angustia pisha!!!…me alegro que esteis bien….un beso de bienvenida…anda que ya os vale!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.