El fantasma de la ópera

Y la risa del monstruo se alzó tan terrible que ya no oíamos el clamor suplicante de Christine… El vizconde de Chagny gritaba y golpeaba las paredes como un loco… Yo no podía contenerle… Pero sólo se oía la risa del monstruo…, y el monstruo mismo no debía oir más que su risa… Luego se produjo el ruido de una lucha rápida, de un cuerpo que cae contra el suelo y al que arrastran…, el estrépito de una puerta cerrada de un golpe, y luego nada, nada más que el silencio abrazado del medidodía a nuestro alrededor…¡en el corazón de un bosque de África!

"El fantasma de la ópera" – Gastón Leroux

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