Hace unos 16 o 17 años llegó a mis manos una maqueta en CD de Driver 8, banda de El Puerto de Santa María, y me sorprendió gratamente su habilidad para coger el vaporcito (QEPD) y plantarse en Nashville (subiendo el río Cumberland, a mano derecha). Posteriormente, en 2009 llegaron a mis oídos ecos de The Brass Buttons y, aunque no los relacioné, sí me gustó bastante su propuesta e incluso reseñé en esta web la canción “Wet behind the ears”, de su primer disco homónimo, publicado en 2008. Luego supe que había un cordón umbilical americano entre ambas bandas. Gracias a esa reseña, me hicieron llegar, en diciembre pasado, su último disco. Y ahora, en mayo, aunque tarde, hablo de él.
Aunque tiran de Gram Parsons (en pie) para bautizarse, están encuadrados en esa panoplia de sonidos que se viene llamando “americana” y hacen efectiva su adoración por Neil Young (en pie) participando en homenajes como el Rust Fest de Bolonia (de aquellos polvos estos “Winterlong”, intuyo), el último trabajo de los portuenses, “Seven Seasons” (Rock Indiana, 2017), rezuma más pop (he podido extraer en pasajes del disco evocaciones a Teenage Fanclub, The Pretenders -después de pasar a Chrissie Hynde por una lijadora-, Blondie e incluso a los Fleetwood Mac menos AOR -sin desmerecer el AOR, pero eso ya es harina de otro costal) que country-americana (¡larga vida a The Jayhawks!) (y atentos a la reminiscencia a Skeeter Davis en “Summertime”).
En definitiva, 12 canciones (más el bonus de “Winterlong”) cementadas por juegos de guitarras que no provienen del azar sino de un baúl de repleto recuerdos sonoros provenientes del mejor power pop y de la americana, sobre los cuales se impone, sin estridencias, la voz de María Palacios.
Es un lujo poder presumir de bandas como The Brass Buttons en la provincia de Cádiz, y una pena el que se prodiguen tan poco sobre los escenarios (y el que yo me haga viejo y ya me cueste ir desde Sevilla al Aulario La Bomba entre semana)