Solidaridad vecinal

El otro día cometí un craso error. Salí de casa y cerré la puerta dejando la llave metida por dentro. En el momento me di cuenta y, aunque tenía otra llave, era imposible abrir la puerta porque la llave de dentro lo impedía. Así que, tras intentar abrirla con mi DNI (¿quién no tiene un DNI del que está intentando deshacerse y no sabe cómo?), decidí llamar a la vecina de enfrente, la única con la que, aparte de «Hola», me cruzo un «Adiós». Solícita, me sacó unos punzones para ver si podía tirar la llave atravesando la cerradura. Tras 34 segundos intentándolo, desistí.

Poco a poco se iba incrementando el número de vecinos curiosos que se acercaban a mi puerta: el fontanero del 7, el jubilado del 4, el matrimonio que nadie saba qué dedican…. en fin, cada uno iba aportando sus ideas, ninguna fructífera, ni siquiera lógica. Pero como era domingo y todos habían lavado ya sus coches, no tenían otra cosa que hacer más que centrarse en mi problema. Al final la vecina de enfrente vio la luz:

– Ahora que recuerdo, el abogado del 18, creo que abrió su casa una vez con una radiografía – y todos nos volvimos hacia ella, cuya faz aparecía iluminada.

Lo siguiente fue sacar al abogado de su casa, que estaba montando un mueble de Ikea (los domingo ya se sabe), y llevarlo frente a mi puerta. En esos momentos ya seríamos 12 o 15 entre vecinos, hijos, el afilador que se paró a mirar y un par de guiris con su mapa en la mano sacándonos fotos.

– Yo sé hacerlo – dijo, sereno -. Hace poco tuve que abrir la mía porque me pasó lo mismo. Pero necesitamos una radiografía, y no llevo ninguna encima, jeje.

Pensaba que nos íbamos a reir pero nadie alteró el gesto, lógicamente. Un par de vecinos acudieron prestos a sus casas a buscar radiografías: «yo me rompí la clavícula en 1993, creo que conservo la radiografía», «yo tengo una amiga que colecciona radiografías, voy a llamarla».. Los esfuerzos fueron altruistas, pero vanos, así que alguien propuso sortear y romperle el brazo a quien le tocara, acercarnos al hospital a Urgencias y obtener una radiografía, propuesta que fue aprobada por unanimidad. Lo dimos a «21 y aceituna», y le tocó a Josema, el encofrador, entre las risas y alborozo del grupo.

– Jo, siempre me toca a mí – farfulló, resignado.

Total, que al más puro estilo Stallone en «Evasión o Victoria», le colocamos el brazo entre dos escalones y el guardia civil, el del 11, le pataleó el antebrazo con profesionalidad. Una vez completado el doloroso trámite nos dirigimos andando al hospital, comentando la desidia de la empresa de mantenimiento de la piscina. Aguardamos nuestro turno en Urgencias y Josema entró a revisión y salió sonriendo con el preciado objeto. Ya teníamos radiografía, así que, andandito de nuevo, nos volvimos llenos de gozo todos, cantando «Because the night», de Patti Smith, hasta mi casa.

Una vez allí todo fue coser y cantar. El abogado cogió la radiografía del  cúbito de Josema, la dobló por la mitad y manipuló entre la puerta y el bastidor. En 4 segundos estaba mi casa abierta, ante el asombro de los presentes. Hasta el matrimonio guiri aplaudió. Tras darle las gracias, todos firmamos en la escayola y nos fuimos cada uno a nuestra casa.

En momentos como ese piensas que aún no está todo perdido.

[Relato basado en hecho reales, decorado con hechos oníricos]

3 comentarios

  1. es más fácil abrir cerraduras con una llave, te lo digo yo que lo he tenido que hacer, pero no me preguntes como.

    eso sí, no se logra eso tan yankee de «servicios a la comunidad» como podría ser el divertimento dominical 😀

  2. Es más facil abrir cerraduras con un destornillador, te lo digo yo que lo he tenido que hacer, pero no me preguntes como.

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