Elliott Smith

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Un día como hoy del año 2003, Elliott Smith discutió con su novia, Jennifer Chiba. Ésta se encerró en el baño, y a continuación oyó un alarido en el salón. Ella salió alarmada del baño y vió que Elliott se había clavado un cuchillo de cocina en su pecho. Tenía solamente 34 años y un puñado de buenos discos a sus espaldas.

Era un final previsible para un talento marcado por la depresión y el abuso de drogas. En 1998 empezó a hablar abiertamente sobre la posibilidad de suicidarse. Incluso llegó a tirarse por un acantilado en North Carolina. Fue el comienzo del declive.

En un concierto ofrecido junto a Wilco en Chicago, en mayo de 2002, la crítica dijo de él que había sido «sin duda, una de las peores interpretaciones realizada jamás por un músico». Un reportero del Glorious Noise sentenció:

«Sería una sorpresa que Smith no nos dejara como mucho en un año».

Un bolero emocionante – XVI edición de los Premios Pop-Eye

Pop-Eye 2022

VIERNES, 14 DE OCTUBRE

Unas serenas palabras de Fernando Pizarro, el alcalde músico de Plasencia, rodeado de obras que representaban a la gran Concha Velasco en el seno de la ExpoParty de esta edición, dieron el pistoletazo de salida al fin de semana de los Pop-Eye en la monumental ciudad extremeña. Es decir, ya podíamos ir sin demora al pub Saudara, al pie de la catedral antigua, a comenzar la fiesta de bienvenida y asistir, como novedad este año, a la entrega de tres de los premios de la decimosexta edición, que se dice pronto. En un receso del bolo de los cacereños Fonal, majísimos y entregados a la causa, Sara Núñez, directora encantadora de Atención, obras en la 2, condujo la mini ceremonia en la que se premió a Iñaki Domínguez (¡ponte la camisa!) por “Macarras ibéricos”, como mejor libro de no ficción, a Xavier Valiño por “Los 100 mejores documentales del rock” (y, por extensión, a toda su prolífica trayectoria) y a los chicos moteros de Buitres Leonados en reconocimiento a su mecenazgo. 

 

Xavier Valiño - Pop-Eye 2022

Xavier Valiño recogiendo su premio

La fiesta siguió, comimos jamón, lomo, queso, canapés, Rosa Montero bailó al ritmo de los Contours, Sara Núñez no paró de repartir sonrisas y JJ Ponce (director de “Un país para escucharlo”) y yo nos sumimos en la calle en un coloquio acerca del origen de la aceptación “cayetanos” hasta que apareció la propia Cayetana Guillén, recién llegada de no se sabe dónde, camuflada malamente bajo una gorra negra, para preguntar que quién la estaba invocando. Magia pura. 

 

 

Cuando el reggaeton se impuso en el bar, la magia se esfumó, al igual que la mayoría de nosotros, que nos fuimos para no gastar todas las balas la primera noche. 

 

SÁBADO, 15 DE OCTUBRE

Un 15 de octubre de 1966, justo 56 años atrás, “Reach Out (I’ll Be There)”, de los Four Tops, llegaba al número 1 en Estados Unidos. Lamont Dozier, su compositor, dijo en su día que quería escribir «un viaje de emociones con tensión sostenida, como un bolero«. Estaba describiendo, medio siglo antes, lo que iba a ocurrir el día de la entrega de los XVI Premios Pop-Eye. El bolero definitivo.

A la misma hora en la que Ernesto Jesús Brotons era ordenado obispo de Plasencia en la plaza de San Nicolás, con el boato que ello requiere, yo abría un botellín de Victoria junto a Carles Estrada, de Los Negativos –mi nuevo mejor amigo–, a la vez que hablábamos de Prudence Farrow, la hermanísima, la querida Prudence. Religión y rock separados por 650 metros y mil mundos. Estábamos haciendo tiempo en una terraza de la Plaza Mayor para entrar en el salón de plenos del Ayuntamiento para la recepción oficial y la presentación de los premiados. La competencia al acto era una ordenación eclesiástica y una convención de coches Volkswagen en la Plaza Mayor, así que no había nada que temer. Una vez dentro del Palacio Municipal (antigua cárcel), sede del Ayuntamiento de Plasencia, y bajo la batuta de J. Olloqui y su esmerada presentación, se sometió a los galardonados a un atraco a micro armado y tuvieron que improvisar unas palabras que, sorprendentemente, resultaron  certeras en todos ellos. No me gustaría verme en ese trance (mentira). 

 

Foto: Xavier Valiño

 

El siguiente hito en nuestro vía crucis particular nos lleva a la comida para los premiados, invitados y miembros de la organización, en el Hotel Palacio de Carvajal, cuartel general de los galardonados. Es el mejor momento en todo el fin de semana para conocer a los artistas, fuera del bullicio de las calles, y la ocasión perfecta para que uno luego pueda presumir en los bares de haberle acercado platos de jamón o caña de lomo a gente como Ana Belén o Rosa Montero

 

 

De la comida oficial siempre se vuelve uno al hotel envuelto en una nube de euforia, en parte producida por los vinos de la tierra y en parte por la emoción con tensión sostenida, como definía Lamont Dozier su “Reach Out”. Emoción por todo lo vivido hasta el momento, y tensión porque se acerca el momento del traslado de los premiados y la gala en el Teatro Alkázar.

Aproximadamente una hora antes de la gala, un Renault Caravelle gris escoltado por las Harleys de los Buitres Leonados recorre varias veces los quinientos metros que separan el Palacio de Carvajal del Teatro Alkázar entre las estrechas callejuelas del centro de Plasencia. Este año seguro que infringieron varias normas de circulación porque yo hice el mismo camino a pie y corrí serio peligro de morir aplastado por el descapotable donde viajaban Ana Barriga, Ariel Rot y JJ Ponce a la ida, y por el mismo descapotable vacío a la vuelta. Es más, si me hubieran aplastado a la ida seguro que me hubieran rematado a la vuelta. Eso es así.

 

Pop Eye - Agata Sandecor

Foto: Agata Sandecor

 

LA GALA

Con diez minutos de retraso sobre el horario previsto, comenzó la gala de los XVI Premios Pop-Eye, que pretendía ser más ágil que en ediciones anteriores. Para ello, Juanjo Iglesias, el conductor, le cedió todo el protagonismo a los premiados, que correspondieron con brevedad y concisión a su rogativa. Para no extenderme más sobre el transcurso de la gala y sobre qué premio recibía cada homenajeado, cosa que ya sabéis o se puede encontrar en cualquier sitio, os dejaré algunas píldoras sobre lo que me llamó la atención durante las dos horas escasas que duró el evento:

 

  • La revisión de “Arde París” a cargo de Hombre Tigre, tras pasarla por la máquina de neworderizar canciones, 
  • Queremos saber cómo le fue a Salva, el amigo de Rebeca Argudo que tenía una excusa muy importante para ausentarse…
  • La enérgica versión del éxito de Mia Martini, “Agapimú”, a cargo de los madrileños Niña Polaca.

 

  • La intro del speech de Javier Menéndez, citando a Woody Allen (“Mis padres se mudaron a un piso encima de una discoteca. A la semana, se estaban quejando los de la discoteca”).
  • La delicada y sobria versión de “Lía” a cargo de Eva Ryjlen.
  • La referencia a Lorca por parte de Silvia Pérez Cruz, y su aura encantadora.
  • El momento emotivo dedicado a todos los que se fueron durante el último año. Entre los aplaudidos con más intensidad estuvieron Almudena Grandes y Jesús Quintero. Ronnie Hawkins, el hombre que propició la formación de una de las mejores bandas de la historia, The Band, pasó sin pena ni gloria por la pantalla, pero yo le aplaudí con mi corazón (tenía las manos ocupadas en el móvil).

 

  • La decisión y la pasión de Manuel Liñán, dedicando su premio y animando a todos los niños que comienzan a bailar.
  • Carles Estrada, humilde y orgulloso a la vez, dedicando su premio a Alfredo Calonge, allá donde esté.
  • Todo lo que haga The Soaked Lamb está bien, y, concretamente su revisión del bolero (a ritmo de ska) “La mentira”, que ya grabó Ana Belén en 1993.
  • Rosa Montero, sabiendo disfrutar de los premios, de la ciudad, de las compañías, y citando a Georges Braque: “El arte es una herida hecha luz”. Braque vivió dos guerras mundiales, así que de heridas entendería algo.
  • Ana Belén, agradecida, elegante y humilde, ofreciendo su premio a sus maestros, entre los que citó a Miguel Narros, Julieta Serrano y, especialmente, la recientemente fallecida Berta Riaza.
Ana Belén - Pop-Eye 2022

Foto: Agata Sandecor

Con el aplauso sostenido del respetable se dio por cerrada la XVI gala de los Premios Pop-Eye, pero aún quedaba la fiesta de despedida, de nuevo en el pub Saudara. Cuando llegamos allí, los Buitres Leonados, haciendo honor a su nombre, revoloteaban ya sobre las bandejas de jamón, lomo y canapés. Claro, ellos jugaban con la ventaja de sus locos cacharros y habían llegado antes que el resto. Aún así, nos abrimos paso para poder picar algo y beber al tiempo que el local se iba llenando con la mayoría de los invitados al evento. Al cabo de un rato, nos despedimos y nos retiramos al son de “Bagdad” 

“Sentado en un bar
bebiendo más de la cuenta
una copa para ahora
y otra para el camino al hotel”

Foto: Agata Sandecor

Lynyrd Skynyrd se hacen añicos

Ya hace tiempo que no os traigo ningún muerto a carleso.com. Pues hoy traigo cuatro de una tacada.

Un 20 de octubre de 1977, el Convair 240 que trasladaba a Lynyrd Skynyrd desde Greenville, South Carolina a Baton Rouge, Louisiana, se estrellaba trágicamente en un pantano en  Gillsburg, Mississippi. Fue el final para la banda. En el accidente murieron el cantante, Ronnie Van Zant, el guitarrista, Steve Gaines, su hermana, corista de la banda, Cassie Gaines y el mánager Dan Kilpatrick.

Allen Collins (guitarra) se dañó dos vértebras en su cuello, y tanto Collins como León Wilkeson (bajista) casi han de sufrir la amputación de sus brazos como consecuencia de las heridas. Wilkeson sufrió heridas severas internas, incluyendo un pulmón perforado, y perdió la mayor parte de sus dientes. Gary Rossington (guitarra) se rompió los brazos las piernas y la pelvis («¿Qué pasa tronco?», le dijeron en el hospital. Nota del autor). Leslie Hawkins (corista) sufrió una conmoción cerebral (que derivó en problemas neurológicos), y se rompió el cuello por tres partes. El teclista  Billy Powell casi pierde la nariz, y  sufrió graves laceraciones faciales.

Todo esto sucedió sólo tres días después de que viera la luz el 5º álbum del grupo, «Street Survivors». En su portada (horrorosa) aparecían los siete miembros de la banda envueltos en llamas

MCA Records retiró la portada original y la sustituyó por otra similar, pero con el fondo negro. Treinta años después restituyó la original.

Ronnie a menudo hablaba a su círculo más íntimo que nunca llegaría a los 30, y que le gustaría morir con las botas puestas. Murió tres meses antes de su 30 cumpleaños. Y con las botas puestas, juraría yo.

Cassie y Steve fueron objeto de la canción «Cassie’s Brother» a cargo de Drive-By Truckers. Y sus coros dicen algo como:

Cassie’s brother was an okie boy.
Played guitar just like a god
Write you a song and sing it too.
Music so fine it makes you feel brand new.

En el video, Lynyrd Skynyrd en directo, tres meses antes del accidente, el 13 de julio de 1977, en Asbury Park, tocando «That Smell»

Black Power

Hoy cumple años esta foto, este desafío, esta reivindicación.

La primera llamada de atención al mundo que llevó a cabo el Black Power sucedió durante la entrega de medallas en los Juegos Olímpicos de México, en 1968. Mientras sonaban los  primeros acordes del himno de Estados Unidos, millones de espectadores sorprendidos veían cómo Tom Smith y John Carlos elevaban un puño enfundado en un guante negro y bajaban la cabeza en señal de rechazo a la nación opresora de sus hermanos de raza.

Las sublevaciones de los ghettos negros en los años sesenta, los veranos calientes, los pillajes de tiendas, los incendios, etc., representaron la más grande rebelión negra que han conocido los EE.UU. Después del asesinato de Malcom X, Stockeley Carmichael toma el relevo y lanza un nuevo slogan, el de Black Power. La idea de black power, sin embargo, fue comprendida de manera diferente de acuerdo con las estrategias tradicionales de la lucha negra: la integracionista y la de ruptura. Para la primera, black power significó una mayor solidaridad del grupo negro, que permitiera negociar mejor su entrada en la vida económica y política; para la segunda, representó una afirmación revolucionaria y anticapitalista. Esta definición constituyó la ideología del grupo de los Panteras Negras que se creó en Oakland,California, en 1966.

Los Panteras Negras se presentaron como un grupo de autodefensa. Uno de los puntos de su programa era el derecho a armarse para defenderse. Pedían también que todos los presos negros volvieran a ser juzgados por jurados imparciales y que se hiciera un pleibiscito para decidir cuál era la voluntad del pueblo negro respecto a su destino nacional. (…) Querían cambiar el gobierno e instaurar el socialismo y estuvieron vinculados a todas las acciones izquierdistas de la época: anti-Vietnam y anti-Nixon.

La música soul desempeñó un papel fundamental en todo este movimiento. En 1972, durante 7 horas se reunieron más de 100.000 personas con el reverendo Jesse Jackson en el Festival de Wattstax (abajo en el video podéis ver un trailer). Siete horas de música soul a la que el público respondía con el saludo del Black Power. El negro dejó con él de ser una copia del blanco. Y los cantantes de música soul criticaban a los negros de la generación anterior que cantaban como blancos (tampoco era pá eso, ome).

(Extraído del libro «Cultura Afroamericana. De esclavos a ciudadanos», de Miguel Rojas Mix, que me compré por 20 duros no me acuerdo dónde ni cuándo)

Gene Vincent

Gene_Vincent

Un rocker.

Siempre nos quedará «Be Bop A Lu La». Impensable que la hubiera popularizado otro (pensad: ¿Elvis?, ¿Buddy Holly?, ¿Little Richard? No)

Señalado por el destino:

– en 1955 debe dejar la Armada (US Navy) debido a un accidente de moto. Su pierna izquierda queda lisiada.

– en 1960 sufrió otro accidente, esta vez de coche, con su amigo Eddie Cochran, quien se dejó el rock’n’roll y la vida en la carretera. Gene quedó cojo para los restos.

Tumba de Gene Vincent

Murió un día como hoy en 1971, víctima de una úlcera de estómago, tras rodar cuesta abajo desde principios de los 60.

Eleanor Rigby

Un día como hoy del año 1939 moría, a la edad de 44 años, la protagonista de la famosa canción de Paul McCartney.

Paul McCartney siempre sostuvo que el nombre «Eleanor» lo tomo de la actriz Eleanor Bron (quien actuó en la película «Help!») y el apellido «Rigby» era una tienda ubicada en la ciudad de Bristol.

Pero durante la época de los 80, alguien encontró una tumba en el patio de la iglesia St. Peter (lugar donde se conocieron John y Paul), cuyo epitafio tenía grabado el nombre de «Eleanor Rigby».

En relación a este hecho, Paul se refiere diciendo:

«El patio de la iglesia St. Peter era un lugar que John y yo frecuentabamos regularmente, es posible que haya visto la tumba con el nombre y quizas inconscientemente lo haya recordado o relacionado; quizás mi memoria se clavó particularmente en ese recuerdo, o en el nombre, Eleanor. Pero el nombre no me resultaba suficiente, queria un apellido poco común, y recuerdo un día, caminando con Jane por la ciudad de Bristol, divisé una tienda con el nombre Rigby, y pensé -eso es, ya lo tengo-.»

Siempre me entristecerá esta canción.

El violinista del Titanic

violin del titanic

Wallace Hartley tocaba el violín y dirigió  la orquesta del Titanic.

El instrumento se vendió a un coleccionista por 1,7 millones de dólares, el precio más alto jamás pagado por un objeto de un barco hundido.

Wallace Hartley

El violín de Hartley era un regalo de su prometida, y se lo llevó en su primera navegación en el Titanic. El 15 de abril de 1912, después de la trágica colisión del transatlántico con el iceberg, la banda de músicos continuó tocando hasta el último momento para los pasajeros (escena recreada en la película «Titanic» de James Cameron).

Desafortunadamente, Hartley no sobrevive al accidente. Fue descubierto dos semanas después. Su violín estaba atado a su cuerpo, y  fue devuelto a su prometida.