En el Día de Andalucía, un homenaje a la mejor bailaora que ha dado esta tierra.
Ome.

En el Día de Andalucía, un homenaje a la mejor bailaora que ha dado esta tierra.
Ome.

Paul McCartney y Martha
¿Sería el objeto de la canción «Martha My Dear» este entrañable pastor inglés que Paul sacaba a paser cerca de Primrose Hill?

Neil Young y King
Este perro (no sé la marca) sí fue objeto de una canción, «Old King». Al parecer, durante una parada en a carretera, King salió corriendo detrás de un ciervo (las cosas de los perros). Neil hizo esperar 7 horas a su banda esperando que volviera. Como no volvía, dejó su camiseta con la esperanza de que el perro siguiera su rastro.

Sheryl Crow y Rex
Sheryl tiene un problema con su labrador Rex. Se lo llevó de gira y se comió todos su zapatos (las cosas de los perros). No le pasaba eso con su anterior labrador, Scout, que iba con ella a todas partes. El bueno de Rex se tendrá que quedar en casa si Sheryl no quiere hacer toda una gira descalza.

Rod Stewart y Mrs. Potts
Rod y su Golden Labrador, la señorita Potts (se parecen un poco, ¿no?), trabajando duro…

Janis Joplin y George
Janis vivía en Haight Ashbury, el famoso distrito de San Francisco, a finales de los sesenta, con su perrito husky George. ¿Se puede ser más hippie?

Elton John y Arthur y Maryliin
Elton John los tiene a pares. Dos cocker spaniel, llamados Arthur (regalo del novio en su 56 cumpleaños) y Marylin, llamados así en honor de Arthur Miller y Marylin Monroe. Mirad qué dichoso aparece en la foto.

Sting
De Sting no me apetece decir nada, y mira que me cae mejor que Elton John. Pero no sé qué decir. Ahí está, con su perro labrador, mayestáticos. Ea.

Hay dos tipos de emociones conjuradas a la hora de ver un concierto. Por un lado, la que te transmiten las canciones, la interpretación, o sea, el motivo del concierto; y, por otro lado, está la emoción de la incertidumbre, de qué pasará hoy, de la sorpresa.
Richard Hawley generó el máximo respecto a las primeras, porque era lo previsible, dados sus dos últimos álbumes, «Cole’s Corner» y «Lady’s Bridge», en cuyas perlas se centró el recital, comenzando por «Valentine» (comienzo premonizado por mí horas antes!!! Hay testig@s). Era su último bolo de la gira, y estaba deseando volverse a Sheffield a comer «fish and ships», con lo bueno que está el salmorejo.
Cuando la gente sale con una sonrisa en la boca de un teatro después de estar dentro una hora y media es que algo bueno ha pasado dentro. Y así fue. No por esperado tiene menos mérito el concierto. Richard supo mantener la tensión en el público a base de baladas y medios tiempos, haciendo llorar a su Gretsch con solos que te transportaban a California, a Memphis, a yo que sé. Y, cuando no era él, era Shez Sheridan(ojo, me lo puedo haber inventado y todos contentos) quien decoraba las canciones a base de guitarrones de 12 cuerdas o del sublime arreglo de steel guitar en «Lady’s Bridge». El track list, pues bastante claro. Coged lo mejor de «Coles Corner» (¡todo no, sólo lo mejor!), y lo mejor de «Lady’s Bridge», trasladarlo a un teatro, y ahí tenéis el concierto. El único de la gira en España.
El otro componente emocional al que hacía referencia es el de la incertidumbre. La verdad es que no era el concierto adecuado para explotar esta vertiente. Encorsetados en un teatro, sentados, sin poder beber, si poder ver al músico desde distintos ángulos, y, lo más importante, sin una batería de canciones dadas a la sorpresa, no era lo más fácil. Pero es que tampoco me seduce la idea de ir a un concierto y «que suene igual que el disco», como así ocurrió. Ya sé que es pronto para que Richard se canse de sus canciones y les dé la vuelta en directo (como hace Bob Dylan, que no eres capaz de reconocer «Like a rolling stone» en un concierto suyo hasta que no dice eso de «How does it feel?…»), pero sí se hubiera agradecido por mi parte algunos guiños o reformas en algunas de ellas. Aunque a decir verdad, las dos veces que esto ocurrió, el teatro se vino abajo en medio de un clímax instrumental perfectamente tejido. La primera vez, en «Our Darkness» (dedicada a su padre recientemente fallecido), corte de su último disco.
Como primer tema del obligado bis, Richard se metió en la piel de Rick Nelson y nos hizo sentirnos desgraciados, solitarios y con los corazones rotos, cantando «Lonesome Town» él solo con su acústica.
Y para rematar el concierto, al AS guardado en la funda de la guitarra. Algo sublime, épico, para grabarlo en la retina y para que no pidiéramos más (y lo consiguió). «The Ocean». Hasta se me cayó la gorra al suelo.
Richard Hawley – «The Ocean»
El siguiente video, «Oh my love», está grabado (furtivamente, claro) por mí y se oye mucho mejor que el anterior (aunque está incompleto).
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Richard Hawley – «Oh My Love»
¿Y vosotros?
Igual entre todos sacamos un montón de libros que nunca leeremos, películas que nunca veremos y sitios adonde nunca iremos.
The Jayhawks – «Smile»
Hoy, a las 20:00.
Con Mr. Richard Hawley.
En el Teatro Cervantes, de Málaga.
Tiene pinta de que va a ser extraordinario.
«Maybe there’s someone waiting for me
With a smile and a flower in her hair «
Es imposible que al acordarme de Housemartins no se me dibuje una sonrisa.
Ese es uno de los grandes poderes de la Música: moldear tus estados de ánimo.
En este caso, tiende al optimismo. Cuando escucho «From Her to eternity», o The Swans, me hundo (queriendo) en la niebla.
Pero no es el caso ahora, el caso es disfrutar de la Hora Feliz (¿2×1? ¿Macetas de kalimotxo? Qué recuerdos…).
Buen fin de semana.
Ayer dejaron en la puerta de mi casa dos tomos. Uno con las Páginas Amarillas y otro con las Páginas Blancas. Forraditos en plástico. Tal y como acabaron en el contenedor de papel los de la «edición» anterior. Forraditos en plástico.

Yo me pregunto. En estos tiempos de reciclaje, de amor por los árboles, de ahorro de energía…¿no sería mejor preguntar a la gente quién quiere esos tochos de apellidos, números y empresas, un poco obsoletos en estos tiempos? Así se ahorraría tinta, hojas, energía, y trabajo (el mío de agacharme, recogerlos y meterlos en el cajón de la mesa, para que luego, al mover la mesa para interrumpir alguna «Pelusa’s Party», piense: «¿por qué coño pesa tanto esta puta mesa»?, y el de los repartidores, aunque a ellos les pagan por eso).
Pues eso, como dije antes, acaban en el contenedor de papel sin abrir siquiera. No sin esfuerzo, ¿eh?. Porque los contenedores de papel son todo un reto para la Humanidad. Porque, ¿quién le dió el visto bueno a esas bocas estrechas para meter el papel?. De hecho, las Páginas Amarillas entran con dificultad (y el «Ulises» ni te digo). Igual quien dió el visto bueno es un lector empedernido e intenta así evitar el abandono de obras maestras como «Ulises», «Guerra y Paz» o «El Quijote». Así, sólo podríamos desprendernos de «Sin noticias de Gurb», «Fortunata y Jacinta», «El corazón de las tinieblas» (que no son moco de pavo, por otro lado…) y cosas por el estilo. Pero me temo que quien ideó ese contenedor no es un lector empedernido. Me da a mí que no, fíjate tú.

Además, si os dais cuenta, todos los contenedores de papel tienen la boca más estrecha por el centro (formando un pico de metal que conduce a la inyección del tétano (mítico tétano, a ver si lo quitan ya)). Esto es porque la gente suelta lo que no entra por la boca («Ulises», «Guerra y Paz» o «El Quijote»), encima del contenedor, con lo cual el techo va cediendo y cerrando la boca irremisiblemente a golpe de clásico.
Total, que si quieres desprenderte de algo más voluminoso que un folio o el Marca, como, por ejemplo, un tetrabrick de Covap (ya se le han subido los humos a Covap también, por cierto…), o una caja de zapatos (esto es ya totalmente imposible) tienes que encajarlo en la boca del contenedor con una mano, y empezar a pegarle puñetazos con la otra en medio de la calle hasta que consigas meterlo, descargando la adrenalina contenida (así no me extraña que luego me detenga la policía local por intentos de agresión…).
El domingo pasado se estrenó la nueva formación de The Refoundations, en San Fernando.
Fue la presentación de la nueva vocalista, Cristina (que compagina esta labor con la de dar rienda suelta a su vena garagera en The Rock and Roll Dildos, este sábado 23 a las 18:00 en Bar Latino, Utrera), y Eduardo Lord Chicken, otro mítico personaje de la escena sevillana, que ya tocó con Bombones y The Del Saphiros, entre otros. Son pareja y residentes en Sevilla. Un fuerte aplauso para ellos…
Aquí van algunas fotos del evento, las cuales podéis ampliar pulsando sobre ellas (faltan Nacho (teclado Farfisa) y Dani (batería) que, por razones de disposición en el escenario, casi no salieron en ninguna foto)) (Os resarciré).

En primer plano, Cristina. Justo detrás, el Peheta, asiduo de esta web, y al fondo, aferrado a su SG, Edu.

Cristina ,en trance, y yo, pensando en cómo afectará la escalada del Euríbor a la revisión anual de mi hipoteca.

Pasado y presente de The Refoundations, cantando «One Way Street».
Próximo concierto: Viernes 29 de febrero y Sábado 1 de Marzo en «Bar El Triple», Jerez. A ver si salimos de la provincia algún día…
Mirando al futuro.
(Post excluyente, lo reconozco)
(Ay, mi fidelización…)
(Pero no me abandonéis)
(Cosas peores se han visto)
(Cuánto «ingenio»)
Fue la primera canción que escuché cuando salí de las traicioneras aguas del Atlántico.
Aparte, creo que no tiene ningún desperdicio y refleja a la perfección el talento compositor de Jeff Tweedy, sin alardes, pero apuntándote directamente al corazón.
(Esto último hay que pronunciarlo con la voz del fallecido Joaquín Luqui. Surte más efecto)
(Ayer AC/DC y los heavys, hoy Wilco y una balada….Así no fidelizo yo a mi público…)