Un 10 de agosto del año 258, San Lorenzo fue asado en una parrilla.
Un año antes entró a currar como diacóno para el papa Sixto II, y fue encargado de administrar y salvaguardar los bienes de la Iglesia, que no eran pocos. Pero en estas que el emperador Valeriano le dió por perseguir a los cristianos, y mandó crucificar al papa el 6 de agosto. Dicen que en el camino a la muerte se encontró con Lorenzo, quien le dijo:
-A dónde vas, querido padre, sin tu hijo? ¿A dónde te apresuras, santo padre, sin tu diácono? Nunca antes montaste el altar de sacrificios sin tu sirviente, ¿y ahora deseas hacerlo sin mí?"
A lo que el Papa respondió
"En tres días tú me seguirás. Por hablar. Mira que te lo dije." – y siguió su camino, descojonado.
Total, que cuando murió el Papa, el alcalde de Roma le pidió a Lorenzo que le entregara todos los bienes. Éste le pidió que le diera tres días para recolectarlos. Pero en vez de hacer eso, lo repartió entre los pobres, y mandó el Santo Grial a Huesca (sagaz el Lorenzo este, ¿eh? Era natural de Huesca y lo mandó todo a su familia), y el dinero lo transfirió a unas cuentas en las Islas Caimán. A los tres días se presentó ante el alcalde con los pobres y menesterosos, diciéndoles: "Estos son los verdaderos tesoros de la iglesia" (pensaba que colaría, pero no).
Tal rebote se pilló el alcalde que mandó freirlo en una parrilla el 10 de agosto.
Cada 10 de agosto el relicario que contiene su cabeza quemada es expuesto en el Vaticano para ser venerado.
El Monasterio de San Lorenzo del Escorial fue construido por Felipe II para conmemorar la victoria de San Quintín el 10 de agosto de 1557, agradeciéndosela a la protección del mártir San Lorenzo. Para ello, hizo construir el monasterio con forma de parrilla, por haber sido el instrumento de su martirio.