Mal Evans, el pipa de The Beatles

Mal Evans dispara a Ringo Starr

Mal Evans, el road manager de The Beatles, fue abatido en su apartamento por la policía un día como hoy del año 1976. En un estado depresivo, desalentado y sometido a fuerte medicación, discutió con su colaborador John Hornie (con quien estaba elaborando su autobiografía) y cogió un rifle de aire comprimido, tras lo cual su novia avisó a la policía, quien entró en el apartamento y le pidieron que bajara el arma, pensando que era real. Medio grogy, Evans siguió apuntando a los policías de Los Angeles (menudos son los policías de L. A.), quienes le soltaron seis tiros, acertando cuatro.

Un maletín de Evans con grabaciones no publicadas, fotos y memorabilia de los de Liverpool – y que se vino a llamar como los archivos perdidos de Mal Evans-, se perdió durante la investigación policial. En Junio de 2004 salió a la luz una noticia sobre un turista inglés que había comprado en un mercadillo de Melbourne, Australia, Ciudad Real, dicho maletín por 36 dólares, sin saber cuál era su contenido. En Agosto de ese año unos expertos declararon que el contenido era un fake.

Pero el bueno de Mal (qué juego de palabras, ¿eh?) no viene aquí sólo por haber cargado de un lado a otro el VOX AC 100 SDL de George Harrison, o por haber afinado incontables veces el Hoffner 500/1 de Paul, sino que además participó en muchas grabaciones de los Beatles: puso su voz en «Yellow Submarine», tocó el órgano Hammond en «You Won’t See Me», la armónica en «Being for the Benefit of Mr. Kite!», la pandereta en «Dear Prudence», la trompeta en «Helter Skelter», hizo coros en «You Know My Name (Look Up The Number)» y en la canción inédita «What’s The New Mary Jane» y contó en voz alta los compases en los cortes de la canción «A Day in the Life» (Evans fue también uno de los cinco pianistas que tocaron simultáneamente el último acorde de esta canción). Aparte de eso, presentó a Badfinger a los Beatles, quienes los ficharon para Apple.

En el video de abajo le podéis ver, tó contento, tocando el yunque durante los ensayos de «Maxwell Silver Hammer». O sea, haciendo de Maxwell.

A su entierro no acudió ninguno de los cuatro. Tan sólo Harry Nilsson, que en esa época se apuntaba a un bombardeo.

 

 

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