Hoy retomo esta sección Fragmentos para traeros un texto que leí el otro día en magazine, de Javier Cuervo, con el que estoy totalmente de acuerdo, referente a los paquetes gigantescos de rollos de papel higiénico que nos venden hoy día en las grandes superficies.
El problema del papel higiénico es que hay que cargar -por todo el pasillo, pasar por la caja y recorrer el camino hasta casa o hasta el coche- con un paquete inmenso que recuerda, amplificada y fuera de contexto, una función de mucha intimidad. Mientras los hijos son pequeños puedes encomendarles que carguen ese paquetón inmenso y ligero porque la publicidad ha unido el producto a los niños y a los cachorros de golden retriever, pero cuando crecen se convierten en personas que, al llevar papel higiénico, aunque les veas el haz piensas en el envés. El paquete de papel higiénico hace que la cara sea el espejo del culo.
Nunca mejor dicho…