Steve McQueen

Steve McQueen con su guitarra

Uno de nuestros actores favoritos – no porque fuera más bueno o más malo, si no porque es uno de nuestros actores favoritos -, moría de cáncer un día como hoy de 1980, a los 50 años de edad. Y aunque nos cae muy bien, es uno de los principales culpables de la saturación de persecuciones automovilísticas en las películas, algo que debería estar prohibido por lo aburrido que es..

Como su biografía y su filmografía y todo eso es muy accesible, aquí os dejaré sólo algunas píldoras sobre su persona, para conmemorar el aniversario de su temprana muerte:

  • Para todos los que piensen que es un nombre artístico («¿quién se va a llamar Steve McQueen de verdad?»), su nombre es 100% real. Nació Terrence Steven McQueen.
  • En su infancia, y con esa cara que tenía, lo más lógico es que fuera un chico conflictivo, carne de reformatorios.
  • En la mili alternó el boliceo con actos heroicos, rescatando a 5 compañeros de un tanque antes de que se precipitara al mar (esto me lo podía haber ahorrado, ¿verdad? No dice nada).
  • Papeles que no aceptó, por diferentes causas: «Desayuno con diamantes», «Dos hombres y un destino» (Haciendo de Robert Redford), «Apocalypse Now», «Harry el Sucio» o «Encuentros en la 3ª fase»
  • Su nombre apareció en la lista de Charles Manson como candidato al sacrificio.
  • El cáncer que acabó con su vida en una clínica de Chihuahua, México, se originó por la sobreexposición de Steve al asbesto , un mineral muy parecido al amianto, con el cual se elaboraban en la época trajes y cascos de automovilistas. No sé si se sigue utilizando. Hace mucho que no me compro un traje de Fórmula 3000.
  • En el mundo Pop, que es a lo que vamos, aparte del conocido álbum de Prefab Sprout, «Steve McQueen», el actor aparece en «Daylight», de The Kinks, es referenciado en «Star Star» de The Rolling Stones y le da título a una canción del gran Kurt Wagner.

 

Pedro Cruz – «FiloSofía» (2021)

Pedro Cruz - Filosofía

La primera vez que vi a Pedro Cruz era Pedro Picapiedra y salió al escenario, si la memoria no me falla mucho, con una camisa blanca con lunares negros y un gorro de papa Noel o de dormir –eso no lo recuerdo bien–, como los que solo se veían en los tebeos de Mortadelo o Zipi y Zape. Era finales de agosto de 1985 y Los Picapiedras habían llegado a Jerez de la Frontera como finalistas de la cuarta edición del Concurso de Pop y Rock Alcazaba, que se celebraba en lo que una vez fue el Teatro Eslava. De la nómina de finalistas solo conocía a Los Picapiedras, por maquetas que mi hermano traía de Sevilla, y a La Guardia, los grandes favoritos, considerados los nuevos Ceronoventayuno, condición por la cual seguramente no ganaron. En esos momentos yo estaba dejando crecer mi tupé y mi inconformismo, y Los Picapiedras se estaban erigiendo en los abanderados del rocanrol y del rockabilly en Sevilla, por tanto eran un must para mí en aquel festival, el primero al que iba en mi vida. Pero por allí pasaron sin pena ni gloria, sufriendo las consecuencias de ser los primeros en tocar, y el triunfo  se lo llevó SS-20, que luego pasarían a  llamarse Albania. Pero eso nos da igual ahora mismo. 

Los Picapiedra

Lo que nos trae aquí es el lanzamiento de “FiloSofía” (Brother Records), el disco que me puse en el reproductor de cedés del coche justo al comenzar el puente del V Centenario y se detuvo poco antes de la salida 78 en Jerez y consiguió que no me enterase del mal olor al pasar por el Arroyo Las Culebras, de la salida a la Nacional IV, ni de la gasolinera del área de servicio Los Palacios ni de la salida de Las Cabezas ni de que Lebrija existía a mano derecha desde la época de los fenicios. O sea, que llegué de Sevilla a Jerez metido en una neurona de Pedro Cruz.  

Pedro Cruz - Filosofía

La culpa la tiene empezar el álbum con esa maravilla llamada “Filosofía Loren”, que hace que quites el dedo amenazante del Pause hasta que se acabe el disco. A partir de ahí todo va como la seda, como en un sueño en el que Pedro Cruz te espera con su guitarra en una caverna (repito, en el coche es donde más y mejor oigo música, y los kilómetros pasan volando). Aparte de la canción que da título al disco y que sirve de locomotora, me quedaría con el preciosismo y lo entrañable de “El ladito oscuro”, la redondez de “Tú eras la piel” o la canción que cierra el disco, que bien podría haber sido creada por Hilario Camacho, Aute, Emilio José (esto no lo esperábais, ¿eh?) o el mismo Sabina. “Antesdeayer” podía haber sido la sintonía de cabecera de cualquier serie española de mediados de los ochenta.  Destacar, aparte de la exquisita mesura en la producción, la presencia de la voz de Adriana María Lang, el reverso fememino de Pedro Cruz, su Vilma musical, que va mucho más allá de aportar coros; es el desdoble perfecto, el equilibrio entre grave y agudo, entre la pana y el terciopelo. Es más, queremos un disco suyo ya.

Online:

https://open.spotify.com/album/14qYWVVnoLzlUfWkNhAGak

https://itunes.apple.com/album/id/1586214786

https://www.deezer.com/album/259099332

https://www.amazon.de/…/B09GBKK94J/ref=dm_ws_sp_ps_dp

CD físico en:

https://www.amazon.es/dp/B09H212TR6/ref=sr_1_16…

https://www.amazon.de/dp/B09H212TR6/ref=sr_1_1?__mk_de_DE=ÅMÅŽÕÑ&dchild=1&keywords=pedro+cruz+filosofia&qid=1632487393&qsid=262-2866410-2180953&sr=8-1&sres=B09H212TR6%2CB09GB

«Nada nos puede ir mal»

En un paraje retirado en la costa, una solitaria y enigmática mujer, elegante y de apariencia distinguida, ve cómo sus días transcurren plácidamente con la única compañía, y protección, de un pianista septuagenario, quien la visita esporádicamente. Inesperadamente, sus vidas comienzan a desmoronarse el día en que una pareja de mediana edad se instala en la casa contigua para pasar sus vacaciones. Todos tienen en común el anhelo de vivir el presente, pero en realidad se verán sorprendidos por el pasado, y por el recuerdo de Romina, una joven actriz y cantante muy popular, fallecida trágicamente décadas atrás.

La obsesión, la frustración, la música, la locura, la mentira y la búsqueda de la redención se dan cita en Nada nos puede ir mal, una suerte de crudo juego del gato y el ratón cuyo escenario estará iluminado por los flashbacks centrados en el auge y caída de la protagonista ausente: Romina.

 

Nada nos puede ir mal

 

  • EDITORIAL:WEST INDIES PUBLISHING
  • AÑO:2021 (1 EDICIÓN)
  • IDIOMAS:ESPAÑOL
  • DIMENSIONES:ANCHO 14.0 CMS., ALTO 21.0 CMS.
  • PESO:475 GRS
  • ISBN:9916-9685-0-0
  • ISBN 13:9789916968505
  • PÁGINAS:330
  • ENCUADERNACIÓN:RÚSTICA

 

Compra online: https://www.jotdown.es/tienda/Nada-nos-puede-ir-mal-p383114251

Booktrailer

Romina – “Nada nos puede ir mal” (1971):

Entrevista en revista “Mercurio” (22/9/2021)   https://www.revistamercurio.es/2021/09/22/juan-carlos-leon/

 

 

Robbie McIntosh, confusión letal

average-white-band

El que fuera primer batería de la  Average White Band, Robbie McIntosh, moría un día como hoy del año 1974, al confundir heroína con cocaína en una fiesta después de un concierto en el mítico Troubadour (seguramente Tom Waits rondaba por allí en aquellos momentos). Su compañero Alan Gorrie también  se metió con él, pero fue salvado por Cher.

No sabemos adónde podría haber llegado un tipo que con 21 años ya tocaba en la banda de Brian Auger. Tres años más tarde dejaba las baquetas para siempre.

Como me parecen uno de los mejores grupos de funk blanco (escoceses como yo, para más señas), hoy honraremos la memoria de Robbie con un directo de 1973, «Put It Where You Want It» («Ponme hielo»). Sonaban de puta madre, la verdad.