Stacey Earle & Mark Stuart – Con la honestidad por bandera

La verdad es que no tenía pensado escribir sobre el concierto de Stacey Earle, la hermanísima, y Mark Stuart, pero parece que, después de lo de ayer, es como si estuviera en deuda con esta pareja, como si escribiendo esto les compensara un poco por el mal sabor de boca que nos dejó la presencia de sólo 32 personas en la Sala Obbio, en una ciudad con más de 700.000 personas, muchas de ellas rocieras.

Subieron humildes al escenario desnudo, cogieron sus guitarras y empezaron a hacernos olvidar que era miércoles, que había sido un día feo y lluvioso, que había que trabajar al día siguiente, y que me queda una tira de años para pagar la hipoteca.

Ella se calzó su sonrisa de gala, y él convirtió el silencio en armonía, mirando hacia ninguna parte. Cuales Gram Parsons y Emmylou Harris, o James Taylor y Carole King, recorrieron de la mano el folclore americano, con la seguridad de que no hay nada que hagan mejor en la vida. Somos de Tennessee, coño. Frágil ella, rudo en apariencia él, tocaron como si no cupiera ni un alma en la sala, pasaron del country al pop, del ragtime al folk, sin alardear de su maestría (sobre todo él a la guitarra, un decorador de exteriores impresionante).

Al final saltaron del escenario a mezclarse entre nosotros para interpretar una de las últimas, haciendo que la emoción se solidificase. Yo veía pasar a Stacey al lado mía con su cara de no haber roto un plato y no sabía si aplaudirla o prepararle un cola cao. Y como 30 personas emocionadas tocan las palmas muy fuerte, tuvieron que volver de nuevo después de finalizar para hacer un bis y versionar de paso «You ain’t goin’ nowhere», de Dylan/The Byrds.

Luego departimos un poco con el matrimonio , le regalé mi púa a él (a ver si se le pega algo, jojojo) (mejor que no) y le compramos un CD a ella y nos fuimos a romper placas de gomaespuma.

5 comentarios

  1. Joder, que bien suenan estos dos! Todo un señor directo, sin trampa ni cartón… Si señor.

    Envidia me dais, mamones…

  2. No hay mal que por bien no venga, así lo disfrutamos más intensamente. Por cierto que todavía tengo pelotillas de poliespan por toda la casa-ropa-bolso-pelos….

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