Que el tiempo no te cambie

El PSOE ha elegido como sintonía de su campaña de cara a las próximas erecciones generales un tema de Tequila, «Que el tiempo no te cambie». Es una declaración de intenciones (otra cosa es la realidad, amigos) acerca de la firmeza de las ideas y del cumplimiento de las promesas (otra cosa es la realidad, amigos).


El video es sólo para dar fé de lo que digo. Si lo queréis ver, allá vdes…

Me ha llamado la atención porque el «Viva Tequila», álbum al que pertenece dicha canción, es un disco repleto de buenas canciones que catapultó a Tequila y marcó mi pre-adolescencia, y del cual me sabía todas las letras, y más tarde, todos los acordes (tampoco es que fueran Sonic Youth a la hora de componer).


Tequila – Que el tiempo no te cambie

También me ha servido para reflexionar acerca del paso del tiempo (ya en este punto pueden pasarse a elpais.com, a yonkis.com, o a cualquier otro sitio, déjenme a solas si quieren…), y he llegado a la conclusión de que es una estupidez pensar que el paso del tiempo no nos va a cambiar. A mí me ha cambiado, claro que sí. Me ha hecho mejor en algunas cosas y peor en otras. Más experto en algunos temas y totalmente incrédulo en otros. Supongo que lo ideal es darse cuenta de todo esto y ACEPTAR o SALIR SIN GUARDAR LOS CAMBIOS (siendo realistas, esta opción no es efectiva). La última opción ya CANCELAR, pero eso es más drástico…

Pelos de Cine

«Ese tazón es fantántico», afirma Joel Coen sobre el peinado de Javier Bardem en ‘No Country for Old Men’, la última película de los hermanos Coen. «Vimos ese pelo en una fotografía de un tipo en un bar en la frontera de Texas en 1979, y lo copiamos», explica en una entrevista con el periódico ‘The Guardian’. «Sí, ¡a Javier le encantó!», añade Ethan. El propio actor declaró hace poco a la prensa que con un corte de pelo así, «no hay que actuar, el corte de pelo actúa por sí solo; no hace falta actuar raro cuando tienes ese corte de pelo tan raro».

Este comentario tan acertado me ha hecho recordar algunos cortes de pelo que han marcado a un actor en una determinada interpretación. Aunque tiene que haber muchos más, sólo he podido rescatar tres (la memoria va fallando), aunque si me voy acordando de alguno lo iré colocando:

Sean Penn en «Atrapado por su pasado» (Carlito’s Way)

Hay que tener valor para someterse a tamaña crueldad estilística, pero Sean es un monstruo y se crece ante la adversidad. Y en esta foto no se aprecia plenamente lo que digo. Si habéis visto la película, sumadle a este corte de pelo un chándal y la mezcla es explosiva.

Samuel L. Jackson en «Pulp Fiction»

Con este cabezón y una biblia en la mano, Samuel se lanzó al estrellato en Hollywood.

Robert DeNiro en «Taxi Driver»

Travis Bickle da una vuelta de tuerca más a su inadaptación y se rapa al más puro estilo mohicano, creando un icono del celuloide en el acto.

La canción del fin de año

Elvis Costello – «Oliver’s Army»

Esta misma, por ejemplo. Mala no es precisamente.

El Oliver al que hace referencia Costello no es otro que Oliver Cromwell, quien creó la New Model Army, a la que hace referencia la canción. Es una letra con bastantes tintes políticos, creada tras una visita de Elvis Costello a Belfast.

Esto a los ingleses les interesará más, y lo entenderán incluso. A mí no me interesa nada ni entiendo nada.

Pero la canción es cojonuda. Así como la sorpresa en forma de versión ska a cargo de A.K.A. Rudie que me he encontrado en Youtube.

Feliz Año Nuevo.

La canción del fin de semana

Teenage Fanclub – «Sparky’s Dream»

Si tenéis que levantar el ánimo hoy por cualquier motivo, yo os recomendaría este tema, pop total sin discusión, del LP «Grand Prix» (1995) de los escoceses, una de sus mejores obras.

Si no tenéis que levantar el ánimo, también lo recomiendo, por supuesto. Si es esta opción la vuestra (mucho mejor para tod@s), al menos tendréis que hacer los coros en los estribillos. Qué menos.

Buen último fin de semana del año.

¿El mejor final?

«¡¡Maniáticos!!, lo habéis destruído…
¡Yo os maldigo a todos!
¡Maldigo las guerras!
¡¡Os maldigo!!»

Charlton Heston y el productor Arthur P. Jacobs lo tenían difícil para convencer a la Twentieth Century Fox de su idea de llevar a la gran pantalla una adaptación de la novela de Pierre Boulle «Monkey Planet». El principal argumento en contra era la dificultad, dados los medios tecnológicos de la época, en dar vida convincentemente a simios «charlatanes». No querían convertirse en el hazmerreir de Hollywood. Ni siquiera una prueba de 5 minutos representada por Heston y Edward G. Robinson (quien trabajó con Heston en «Los 10 Mandamientos») disfrazados de monos (a Edward no le hacía falta mucho disfraz, jajejijoju) consiguió hacerles cambiar de idea a los responsables. Sin embargo, todo cambió cuando la película «Viaje alucinante» consiguió una fabulosa recaudación en taquilla, y Richard Zanuck, el jefazo, se convenció de las posibilidades financieras del género de ciencia ficción.

Heston y Jacob comenzaron la producción con un presupuesto de 5 millones de dólares, para lo cual Rod Serling («The Twilight Zone») y Michael Wilson («Lawrence de Arabia») harían el guión adaptado. A diferencia de la historia original de Boulle, que planteaba un planeta solamente habitado por simios en un panorama actual, el guión situaba a los simios en una perspectiva más primitiva, con lo cual se reducía el presupuesto y se jugaba con la sombra del holcausto nuclear.

Como 1968 fue probablemente el año más tumultuoso de la década, con el mundo sumido en un momento de cambio político y social, el lanzamiento de «El Planeta de los Simios» fue bastante significativo.

Todo el tocho este anterior lo he leído en http://www.mediacircus.net/pota.html y lo he traducido del inglés al indio yo mismo, así que si veis cosas raras, una de dos:

a) no deberíais haber bebido tanto anoche (el anís no perdona)
b) efectivamente, no domino el inglés

Bueno, a lo que iba, ¿el mejor final del Cine?.

El mago y el egoísta

Localicé al mago por fin, en la entrada del parque, sentado en un banco junto al estanque donde sobrevivían una decena de patos deprimidos. La verdad es que no era lo que uno puede esperar de un mago. No tenía aureola, ni barba, ni magnetismo, ni presencia, ni siquiera mirada. Pero, no sé por qué, yo supe que era EL, y EL sabía que yo le iba a encontrar. Me senté a su lado mirando al frente, ignorando su presencia, como en las películas. Podría decir que lanzaba migas de pan a las palomas, pero eso ya se sabe.

– Y ahora que me ha encontrado, ¿qué? – me habló sin mirarme. Como en las películas.
– Quiero su poción contra el egoísmo. La quiero para mí – le miré por primera vez, pero él seguía sin mirarme.
– ¿Quién le ha contado semejante idiotez? – se volvió hacia mí, revelando unos ojos celestes casi transparentes, bajo el paraguas de dos cejas blancas, pobladas y despeinadas.
– Sé que lo hizo hace tiempo. Hace años “sanó” a una persona que sólo pensaba en sí mismo, y arruinó muchas vidas, la suya entre ellas.

La historia había llegado a mis oídos a través de mi hermana pequeña, que hoy ya no lo es. Un antiguo novio acudió al mago, angustiado, acorralado por su egoísmo, cuando se vio solo en el mundo que se había construido.

– Me temo que YO no puedo hacer nada por usted – se levantó con dificultad y tomó la dirección de salida, dejando un papel arrugado en el banco. Un perro enano le siguió indolente.

Mago en el parque

Recogí el papel del banco. En el encabezado rezaba esta indicación: “Aquí está mi consejo. Mírese a sí mismo y lo comprenderá”. Pero el resto era indescifrable. No parecía ningún idioma conocido. Era una sucesión de letras, sílabas, palabras sin forma, pero que debían cobrar sentido de alguna forma. Pero, ¿cómo?.

Toda la tarde estuve dándole vueltas al papel. En el sentido teórico y en el sentido literal. Intenté leerlo boca abajo, de derecha a izquierda, mezclando sílabas, pero todos mis esfuerzos fueron en vano. “Mírese a sí mismo y lo entenderá”. De repente lo vi. Tenía que leerlo mirándome a mí mismo, viéndome, A MI!. Me dirigí al estanque, como Narciso, para verme reflejado en el agua y enfrentarle el papel. Pero era verde, como todos los estanques. De ahí la depresión de los patos, deduje.

Corriendo, abandoné el parque en dirección a casa. Debía leerlo allí, frente a un espejo. Me lo había dado el mago, tenía que ser así, no cabía otra explicación. Pude pararme en los servicios de la estación de metro a leerlo, pero vencí la tentación y esperé a llegar a casa y leer el consejo del mago donde debía hacerlo. En mi dormitorio, frente al espejo.

Allí me situé, tembloroso, mirándome, esa cara que tantas veces había visto y que ahora casi ni conocía, y levanté el papel del mago y lo coloqué bajo mis ojos, frente al espejo. Pude leer:

“EL EGOÍSTA CARECE DE MEMORIA. SAL DE TU MUNDO Y DEJA LA PUERTA ABIERTA”

Extraído de «Ningún Sitio», mi colección de palabras nunca realizada

Poema

Nunca leo poesía, pero me dió por investigar la figura de José Mateos, paisano y hermano de un amigo y me llamaron la atención algunos de sus poemas.

Este mola:

Cuando me muera, es posible
que yo esté vivo por dentro,
que esté dormido y no encuentre
la salida de mi sueño.

A oscuras, mientras yo busco,
tras del cristal, algún hueco,
como una vela encendida
será tu mano a lo lejos.

Fin

De un sueño que da a otro sueño
¿cómo se puede salir?
Grito tu nombre y me ahoga.
Soñaré que estás en mí.

La canción del fin de semana

Los Negativos – «Moscas y Arañas»

Este tema es el primer corte de uno de los mejores discos del pop español, Picnic Kaleidoscópico, publicado por los barceloneses Los Negativos en 1986.

Creo que después de muchos años en el más injusto anonimato se le está empezando a hacer justicia a este disco y a esta banda, que revitalizaron el garage y la psicodelia (vivan los secadores de pelo dentro de las canciones!) en un país que sólo tenía ojos para la «movida madrileña» en esos momentos.

Esta noche igual suena en «Cuatro Gatos» a manos de Dj León & Belenistas Sound System

Dedicada