¿Cómo explico yo esto?

yo-futbolista

¿¿¿Qué hace un chaval de Jerez, a principios de los 70, con la equipación del Español???

Seguro que me endosaron la equipación de otro (eran tiempos difíciles). Pero es que ese otro era mi hermano mayor, creo yo (seguro que sí, es el único seguidor del Español que conozco, hasta que fue abducido por el Betis) . Con lo que volvemos a lo mismo. ¿Qué hacía un chaval de Jerez, a principios de los 70, que no le gustaba el fútbol además, con la equipación del Español???

El caso es que dí lo mejor de mi mismo con esta ropa, en una época en la que Marañón, Urruti, Roberto Martínez… me pusieron las cosas muy difíciles para entrar en el once titular.

Por suerte, mi carrera fue meteórica y, varios años después, recibí la llamada de Kubala para un amistoso de preparación para el Mundial 78. Aquí está la prueba.

 

Maybe This Time

¿Quien no se rindió ante el encanto del torbellino de Sally Bowles (Liza Minnelli) en «Cabaret» (1972)?

Este tema sublime, «Maybe This Time», fue compuesto por Fred Ebb y John Kander, pareja de compositores norteamericanos, padres del musical «Cabaret», que se estrenó en Broadway en 1966.

Liza lo borda en la película. Y mi cuñada también, qué coño.

Everybody loves a winner
so nobody love meeeeee

La canción del fin de semana

Tom Petty & The Heartbreakers – «American Girl»

Ahora mismo no recuerdo, en una época en la que Google no existía, ni siquiera allmusic.com, ni siquiera Internet, tal y como lo conocemos ahora, cómo logré dar con esta canción después de oírla en «El silencio de los corderos» (1991). Concretamente momentos antes de que Buffalo Bill secuestra a Catherine, la hija de la senadora, cuando ella va tan contenta en su coche cargando las pilas con este gran tema.

Bufalo Bill
Buffalo Bill, el exfoliante

Bueno, a lo que iba, que me gustó la canción, investigué hasta que di con el título y autor, y años después me la bajé en MP3 (fue seguramente uno de los primeros 100 mp3 que me descargué en mi vida).

Y hoy la comparto con vosotros, ome, para que empecéis bien el fin de semana, aunque a Tom Petty le falle la voz a veces.

Así que subid el volumen, coread «oh yeah, it’s allright, take it easy baby, make it last all night…», y mirad a vuestro alrededor, por si acaso…

Atraco

Ayer llevé un chambergo que tengo a cambiarle la cremallera, a uno de estos establecimientos de reparaciones de ropa que hay en los centros comerciales.

Una cremallera.

Con mano de obra incluida, yo pensaba pagar unos 10 o 12 euros (ya se sabe que con el euro todo es más caro que antes).

La mujer vió la cazadora, me sacó una cremallera acorde, y yo tan contento. «Esta vale, ¿no?», me preguntó. «Claro que sí. La cosa es no pasar frío en la moto, ome». Se acercó al ordenador, tecleó algo, y me dice:

– Serán 28 euros.

Serían 28 euros, en el caso de que YO dejara allí la cazadora, que me costó el doble de lo que vale ponerle la cremallera. Así que la recogí, y a seguir pasando frío en la moto. ¡Mi dignidad ante todo!

One Step Beyond

La culpa es mía, por no haber imaginado antes que esta canción NO PODÍA ser de Madness. Lo más probable en el caso de este grupo, que basó su éxito en el revival del ska jamaicano (empezando por su nombre, prestado de una canción de Prince Buster), es que el tema en cuestión, «One Step Beyond», no fuera propio, sino prestado.

One Step Beyond

Pero no sé por qué nunca me dió por pensarlo. No es que pensara que fuera de Madness, sino que no pensaba que fuera una versión. Es un poco complicado, como yo a veces, pero es así.

La canción llegó al número 7 de las listas en 1979, representando el primer pelotazo del combo.

El caso es que hace poco descubrí la original, de Prince Buster también («saqueado» por los de Camden), y, como suele pasar, me gusta más que la versión. Aparte de que la de Madness nunca la oigo, es de esas canciones a las que le cogí manía a raíz de grabarla como tema de apertura en mis recopilaciones en cintas de 90 durante mi época de estudiante (que no fue cortita precisamente…). Aunque no venga al caso, todas las cintas que grababa las finalizaba con «Las vías del ferrocarril», de Tequila, canción de 30 segundos que venía que ni pintada para ocupar ese insuficiente espacio marrón que quedaba tras grabar el último tema.

Francisco e Inés

Como cada tarde durante los últimos ocho años, Francisco apagó el fogón sobre el cual se quejaba, cansada, la vieja cafetera plateada. Todas las mañanas la limpiaba para que no perdiera en lo posible su brillo. Claro que después de tanto tiempo trabajando a pleno rendimiento, había cosas que nada podía disimular. Como en él. Como en ella, Inés. Estaban a punto de dar las seis en el reloj de la cocina, y las cinco en el del salón. Siempre una hora menos. Una manía. Heredada también.

Depositó la bandeja con las dos tazas de café y un platito con galletas, Cuétara siempre, sobre la mesa camuflada bajo un paño blanco de croché. Inés levantó la cabeza desde su butaca y dibujó una leve sonrisa de agradecimiento.

Como cada tarde durante los últimos ocho años, Francisco podría hablar con la que era su esposa, su vida, desde hacía una vida. Por alguna extraña razón aún no revelada en ningún estudio médico, las garras de la enfermedad que había diluído la memoria de Inés se aflojaban durante aproximadamente cuarenta minutos. Ese tiempo era todo un día en la vida de él, era SU día, sus veinticuatro horas. Para ella eran solamente cuarenta minutos de un día, en el cual tomaba café y veía la televisión o hablaba con él.

Francisco aprovechaba cada segundo de ese espacio de tiempo de lucidez concedido por un caprichoso destino, al cual se encomendaba, para decirle cuánto la quería y lo feliz que era a su lado. Le contaba lo que había hecho durante el día (más bien se lo inventaba, porque sus días y noches eran monótonas, previsibles) y le ponía al día sobre los asuntos de la familia. Especialmente de sus nietos, a los que ella adoraba antes de marcharse.

Como cada tarde durante los últimos ocho años, Francisco maldecía el minutero y maldecía la vida cuando, agotados los minutos de gracia, ella perdía su mirada en los dibujos de croché del paño y dejaba caer la taza sobre la bandeja, volviendo a su mundo en blanco, como el paño.

Como cada tarde durante los últimos ocho años, Francisco recogió las tazas y las depositó en el fregadero, junto a la cafetera, que respiraba aliviada. Las lavó sin detergente y las colocó en el mueble. Desde donde estaba podía volver la cabeza y ver a Inés viviendo en su butaca.

Como cada tarde durante los últimos ocho años, Francisco lloró.

Extraído de «Ningún Sitio», una colección de palabras nunca realizada

La canción del fin de semana

Sesame Street

Temazo para los niños (y mayores), porque este es su fin de semana, y mañana su día.

No puedo dejarlo ahí, tengo que enrollarme: la canción original de la conocida serie fue compuesta por el norteamericano Joe Raposo, y en la primera versión del tema tocó la armónica Toots Thielemans, apareciendo por primera vez el 10 de noviembre de 1969, en el primer capítulo de la serie.
(Ea, ya me he quedao tranquilo)

Subway!

Y este, de regalo.

Conversación entre madre e hijo

Ayer, en el AVE, se sentó a mi lado un matrimonio con dos hijos, niña y niño. Muy formalitos todos. El niño, de unos cuatro años, y con cara de no haber roto un ratón en su vida, pidió folios y lápices a la madre, y comenzó a pintar.

Yo me enfrasqué en la crónica del Barcelona-Alcoyano (2-2), aunque con la antena orientada a todo lo que pasaba a mi alrededor, como buen cotilla que soy.

Al cabo de un rato, el niño le dijo algo a la madre, que no alcancé a oir, pero sí pude oir la contestación de ella:

– Ramón, recuerda que estás recreando un mundo de símbolos.
El Alcoyano recortaba distancias de penalty. El niño la miró un poco asombrado.
– ¿Qué significa eso, mamá?
Eso, mamá, ¿qué quieres decirle al niño?. Esto lo dije yo para mis adentros.
– Pues que estás desarrollando tu aprendizaje en base a un lenguaje simbólico –
le contestó, tan tranquila, la madre.

El niño la miró, miró al folio y desistió de seguir preguntando. ¿Para qué?.

En el último minuto saltaba la sorpresa y el Alcoyano igualaba el partido.