Por tó la cara

Hace  426 años, el papa Gregorio XIII hizo una de estas cosas que me gustan a mí: Pasó del 4 de octubre de 1582 al 15 de octubre de 1582. Se comió diez días, y todos tan contentos. Pero, ¿y las criaturas que celebraban su cumpleaños entre el 5 y el 14? ¿y la gente que se iba a casar y tenía la iglesia reservada, y el convite y la Orquesta Fresa y Nata contratada, entre esos días? ¿y el que tenía que cobrar en alguno de esos días? ¿y el que tenía comprada la entrada para el fútbol, o para un concierto en esas fechas? Pues nada, del 4 al 15, oigan. Porque YO soy el Papa. Y este es MI calendario.   

 

La reforma gregoriana nace de la necesidad de llevar a la práctica uno de los acuerdos del Concilio de Trento: el de ajustar el calendario para eliminar el desfase producido desde un concilio anterior, el I Concilio de Nicea, de 325, en el que se había fijado el momento astral en que debía celebrarse la Pascua y, en relación con ésta, las demás fiestas religiosas móviles. Lo que importaba, pues, era la regularidad del calendario litúrgico, para lo cual era preciso introducir determinadas correcciones en el calendario civil. En el fondo, el problema era adecuar el calendario civil al año trópico (supongo que no he de aclarar qué es un año trópico) (cae por su propio peso) (un año trópico) (la misma palabra lo indica, trópico, a-ño tró-pi-co) (vamos) (vamos a salir de esto ya).

 

En el I Concilio de Nicea se determinó que se conmemorase la Pascua el domingo siguiente al plenilunio posterior al equinoccio de primavera (en el hemisferio norte; equinoccio de otoño en el hemisferio sur. Esta aclaración mola, ¿eh? Todo cobra sentido). Aquel año 325 el equinoccio había ocurrido el día 21 de marzo, pero con el paso del tiempo la fecha del evento se había ido adelantando hasta el punto de que en 1582, el desfase era ya de 10 días, y el equinoccio se fechó en 11 de marzo.

 

Así que Gregorio XIII arregló el problema con mano de hierro.

 

Curtains, todo tuyo.

13 comentarios

  1. A sus pies, Don Cortinas.

    Yo le mando el mail a su ex-novia y le digo que se encuentra usted indispuesto, no se preocupe por eso. Alimentar la vorágine semicultural de carleso.com a curtainazo limpio es una tarea abnegada, y hasta las ex-novias deben entenderlo.

    Mis llamamientos serán estratégicos, descuide.

  2. Estoy, estoy, aunque me tambaleo despues del curtinazo…nada más que añadir, lástima que no tengas tiempo porque te puse una llamada-trampa en «tapas», claro que a este paso como entres al trapo vas a perder hasta las ex-novias.

  3. Cabrón, me pillas a contrapelo. A ver que puedo hacer en los 10 minutos que me quedan. Hoy ya no le escribo el mail a mi ex novia.
    En realidad la cosa viene de más atrás. El actual calendario Gregoriano con sus doce meses con sus días prefijados sustituyó al calendario Juliano, el cual, como su nombre indica, lo instauró Julio César en el siglo I a.c. Habría que mirar en la wikipedia en que consistía el calendario juliano porque yo me pondría a meter gambas si empiezo a tratar de explicarlo.
    Lo del Concilio de Nicea en el siglo IV no es más que un remedo del calendario juliano. Anteriormente incluso era más desfasado todavía. Ya en época de Augusto (Siglo I d.c. A él le debemos el nombre del mejor mes del año para beber gazpacho/orchata) se había desfasado tanto que marzo comenzaba en verano(¿o era al revés?). Lo del 325 fue solo una modificación del calendario juliano de marras.
    César, con toda su buena voluntad, creó un calendario para todos los territorios de la República con el fin de unificar y hacer coincidir la producción agrícola que debía abastecer la megalópolis romana y sus insaciables ejércitos. Y la cosa funcionó muy bien. Se obligaba a los latifundistas a sembrar y recoger en las fechas predeterminadas para que el fisco republicano pudiera ejercer un trabajo más racional.
    Pero pasados unas cuantas décadas el calendario empezó a desplazarse (¿hacia qué lado?) respecto al curso astrológico estacional creándose un caos considerable cada vez que un emperador exigía que la producción agrícola se adaptase al calendario oficial.
    Tres siglos y pico después, con el cristianismo como religión oficial, el imperio, ya en un lento proceso de desintegración, acomete una serie de medidas que unifiquen, económica y simbólicamente, la enteléquia imperial (entre ellas adoptar la religión de esa secta apostata de los judíos). Se cambia un poco el calendario, por entonces ya totalmente inútil, para que vuelva a utilizarse en las labores agrícolas. Esta modificación fue más efectiva pues en más de un milenio solo hubo un desfase de 10 días.
    Ya en el siglo XVI la iglesia romana le ve las orejas al lobo con el surgimiento del cisma luterano. De golpe perdió el poder en media Europa. Así que se pusieron a adoptar medidas para unificar y reforzar el catolicismo en los territorios que les quedaban. Entre esas medidas estaba la aniquilación de los restos del sustrato pagano precristiano (la ingente quema de brujas y hechiceros) o la creación de un nuevo calendario (esta vez con funciones más simbólicas que económicas-agrícolas).
    Hay que ver lo plástico y subjetivo que es esto del tiempo. Cuando tenga internet en casa hablaré de como anteriormente al siglo XIII las horas no se medían en minutos.
    León, te aviso que estos llamamientos no van a resultar siempre efectivos.
    Lagarto, ¿estás por ahí?

  4. no te creas que estas tonteridas no siguen haciéndose:

    dentro de un mes (+o-) habrá unas elecciones cuya fecha está fijada para el primer martes después del primer lunes de noviembre. semos asín.

    PD: las doce y aún no había pasado por el carleso. esto no es vida ni es ná.

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