Los manitas del siglo XXI

¿Pa qué tantas herramientas?

Mi padre anda rebelado. Cada vez que me pide que le arregle algún dispositivo más o menos moderno yo aplico los conocimientos que adquirí con graves esfuerzos en la Facultad de Informática, cuando el 386 dominaba el mundo, y lo apago y lo enciendo. Mi último arreglo estelar se produjo hace pocos días, cuando su portátil se quedó con la pantalla negra. Entonces yo, tras apagarlo y encenderlo y ver que todo seguía igual (con el rabillo del ojo seguía la mirada escrutadora de mi padre, regocijándose de mi fracaso), opté por el reseteo a bajo nivel: le saqué la batería, se la puse y lo encendí y, voilá, el portatil funcionaba como si nada hubiera pasado.

Como siempre que le soluciono algo con este método, mi padre esbozó una risa semi nerviosa, no dando crédito. «Si en mi época hubiera arreglado yo los Chrysler apagándolos y encendiéndolos…esto es de locos…», es lo que suele decir cuando le vence la amargura ante las nuevas soluciones infalibles.

Pero hace poco le pedí ayuda para arreglar el grifo de la bañera, que me goteaba por la goma de la ducha y se tomó su venganza: «Carlos, eso tiene fácil arreglo. Lo que tienes que hacer es quitar el grifo (me tendió una lleve inglesa enorme), y luego lo vuelves a poner». Aún resuenan sus carjadas en mi cabeza.

4 comentarios

  1. ¿Montar un grifo? Eso es de 1º de bricolaje, omme. Yo debo haberme licenciado porque he quitado y puesto hasta un fregadero.

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